Valparaíso, veinte años “Patrimonio de la Humanidad”

Este año 2023 se cumplirán veinte años desde que Valparaíso fue declarado Patrimonio por la UNESCO. Aquel 2 de julio del año 2003 se concretaba un anhelo que, a diferencia de muchos otros, no era tan antiguo en la ciudad puerto, puesto que solo en los primeros años de la década de 1990 se había iniciado un pequeño movimiento que buscaba la salvaguarda de un patrimonio arquitectónico y de instituciones intangibles valiosas que lentamente iban desapareciendo.

El terremoto de 1985 había dejado una huella profunda en cuanto a los graves deterioros que sufrió la ciudad, como, por ejemplo, la destrucción del bello edificio del hotel Iberia en la avenida Brasil, frente a la biblioteca Severín.

Las primeras señales concretas de que el patrimonio y el turismo podían ser el futuro de Valparaíso las habían dado algunas iniciativas privadas, en especial, la que impulsó el recordado porteño Raúl Alcázar y su Café Turri, por un buen tiempo, única opción turística que se ofrecía en el cerro Concepción.

Tras su emprendimiento comenzaron a surgir, a comienzos de la década de los noventa, varios proyectos de rescate patrimonial o de iniciativas artísticas. Basta recordar el “Museo a Cielo Abierto” en el cerro Bellavista, iniciativa concretada a partir de 1991, retomando una antigua idea del gran Nemesio Antúnez. Incluso los “falsos históricos” tuvieron mucho éxito e impacto como el hotel–restaurante y pub Brighton en el paseo Atkinson, edificación que reconquistó un sitio eriazo para convertirse en una postal de la ciudad.

Sin embargo, un hito relevante en este camino de hacer de Valparaíso una ciudad patrimonial fue el caso de la férrea defensa que se hizo del edificio crucero de la calle Blanco, bautizado en aquel tiempo como “La Ratonera”. Para entonces, un grupo interdisciplinario, conformado por abogados, arquitectos, historiadores, geógrafos y empresarios, se jugó todas las cartas posibles por salvar el edificio y evitar, al mismo tiempo, la construcción de otro inmueble de diecisiete pisos que se iba a levantar en su reemplazo. En esa época, la antigua construcción, que databa de 1883, seguía en pie —posteriormente fue quemado intencionalmente— era conocida como “Luis Cousiño”, nombre que futuras investigaciones descartaron al hallarse la documentación necesaria que dio con la identificación original: “Luis Guevara”.

Tras una dura batalla legal, el edificio fue declarado Monumento Nacional, en 1994, aunque la alcaldía porteña y su concejo municipal intentó revertir dicha declaratoria y el conflicto se extendió por un buen tiempo. En ese período, en el medio de esta “batalla patrimonial”, nació el movimiento “Ciudadanos por Valparaíso”, cuya reunión para buscar su personalidad jurídica se hizo precisamente en el referido Café Turri, uno de los muchos emprendimientos que se verían afectados por la posible construcción proyectada en el plan.

Esta historia que comento dejó sembrada la idea de que la defensa del edificio patrimonial referido podía dar pie a un objetivo mayor. Y así surgió la idea de comenzar a gestionar el proyecto de hacer de Valparaíso una ciudad patrimonial declarada por la UNESCO, algo que parecía una utopía.

Han pasado veinte años desde aquella declaratoria, y el sueño sigue vivo, en especial cuando un sector del sitio, los cerros Concepción y Alegre, nos muestra una cara algo esperanzadora, sin embargo, el Barrio Puerto vive un drama ahora extendido a las calles Esmeralda y Condell. ¿Qué pasará en el futuro? No lo sabemos, pero salvar Valparaíso es una responsabilidad que Chile asumió y que debe cumplir.