Valentina Correa Uribe: En busca de justicia

Nada podrá traer de vuelta a su padre, tras su terrible asesinato a manos de un sicario, pero Valentina Correa Uribe sabe que si se queda callada seguirán ocurriendo este tipo de situaciones en Chile. Por él decidió ser vocera de su familia, no sólo para recuperar sus terrenos que siguen en toma, sino por todos los que claman justicia y no son escuchados. Hoy como directora ejecutiva de Fundación para la Confianza su convicción es ayudar a otros a reparar, acompañar y sanar.

Por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés.

«Un sicario mató a mi padre, pero este texto no es una crónica policial ni una de autoayuda para vivir el duelo. Es un texto sobre cómo la reflexión, la intelectualización u observación de una vivencia traumática, me devolvió la vida, a mí que amo la vida. También tiene que ver con estampar mi experiencia de la muerte de mi papá en otro lugar, más allá de las fotos y de las conversaciones. Terminar el manuscrito es dejarlo partir una vez más, es dejarlo morir y transformarse. Porque sin duda la relación con los muertos es un asunto pendiente en nuestra sociedad. Quisiera que estas reflexiones testimoniales puedan ayudar a mejorar nuestra relación personal y social con la muerte y los muertos”.

Así comienza Duelo por encargo de Valentina Correa Uribe (33), un primer manuscrito que salió desde su corazón, de su verdad, profunda pena y también sanación; y que compartió con nosotros antes de que salga a la luz por alguna editorial. Un texto que retomó hace poco y que espera que pronto llegue a ser un libro.

VOCERA

El 18 de mayo se cumplieron dos años de la muerte del empresario de sesenta años Alejandro Correa. La noticia de su asesinato, por un disparo en la puerta de su casa, no sólo fue un shock para su familia y amigos, sino para muchos chilenos que jamás pensaron que el sicariato pudiera estar ocurriendo en nuestro país.

Recién en julio de este año la Corte de Apelaciones de Valparaíso confirmó la última sentencia a los condenados y el caso por fin fue cerrado: el sicario Víctor Gutiérrez (28 años de cárcel); al autor intelectual, Renato López (20 años); al chofer que movilizó al asesino, Claudio Riveros (16 años), y a la pareja del sicario, Melissa Palma (6 años).

Vocera de su familia desde el día uno, Valentina sigue en la lucha por los terrenos de su familia, que se encuentran tomados (el motor del crimen), y en busca de la justicia social que tanto anhela. “La mafia y el crimen organizado que existe tras esta toma es enorme, incluso muchas inmobiliarias no saben lo que ocurre allí y el negocio oscuro que existe con los basurales ilegales. El Estado nos ha fallado, tienen las herramientas para hacer el desalojo, para hacer una demolición, pero no existe la voluntad política, el coraje o el conocimiento técnico y se han pasado la pelota de unos a otros”.

¿Cómo has vivido este proceso?
Los primeros meses fueron de duelo, entender qué pasó y cuidar la seguridad de mi familia. Pero cuando me doy cuenta de que el terreno sigue tomado, y que cada vez hay más y más casas, la sensación de injusticia e impunidad me motivaron a decir esto no puede ocurrir, ni a nosotros ni a nadie más. Mi papá puso una demanda civil por la toma y lo mataron. Son terrenos manchados con sangre y continuar por esa vía no me parecía seguro. Por eso fui directamente al Ministerio del Interior, que se lavó las manos porque es un terreno privado; al Ministerio de Vivienda le ofrecí el predio para viviendas sociales, pero se niegan porque dicen que es inseguro para ello. ¡Entonces demuelan!, pero nadie quiere ejecutar… los tribunales no me dan la orden de desalojo. ¿Cuál es el mensaje que nos da el Estado? Se supone que tiene una obligación de protección social, pero esta no se está cumpliendo.

¿En qué condiciones está hoy la toma?
Está ciento por ciento loteada. Es una toma mixta con casas con paneles solares, estanques de agua, autos de alta gama y otras construcciones precarias. Pero la gran mayoría son construcciones a medio hacer que aparecieron con los retiros del diez por ciento.

“La razón de llevarlo hasta el final tiene que ver no sólo conmigo y mi familia. Creo que si mi papá estuviera vivo o pudiera decirme algo me diría: suéltalo, déjalo. Mira lo que me pasó a mí, qué sentido tiene que tú sigas en esto. Pero yo soy hija de mi padre, terca, y la sensación de injusticia es tremenda. Yo no tengo hijos, pero tal vez los tenga, veo a mis sobrinos y quiero dejarles un país un poco mejor. Delitos como estos no pueden quedar impunes, dan la señal de que puedes apropiarte de algo que no es tuyo o matar a otro ser humano sin remordimientos”.

“La recuperación del terreno va en línea de la justicia restaurativa y es parte del proceso de reparación de mi familia, pero también con el proyecto de futuro de este país donde quiero restaurar la confianza de que puedo salir tranquila yo o cualquier otra persona y no nos van a hacer daño”.

OPERACIÓN LA FAMILIA

“Con la apertura de las cuarentenas, me di cuenta de que la percepción de inseguridad era compartida por muchas personas que se me acercaron por redes sociales a contarme procesos de investigación fallidos. Lo que nosotros obtuvimos fue un proceso prolijo; llegar hasta la condena, que no se anulara el juicio, es escaso. Por eso, así como reconocemos que el Estado nos falló, por una parte, también hay que reconocer la excelente investigación”.

Fuiste parte importante en la recopilación de información…
Le pasé absolutamente todo al comisario Rodrigo López, que junto al equipo de la PDI llamaron este caso Operación la Familia. Me sentí una más del equipo y él me lo hizo ver también, aunque no me podía pasar información, más que por protocolo, porque cuidó muchísimo la investigación.

“Me encontraba muy angustiada, el asesinato fue en plena pandemia y nos separamos como familia. Con mi mamá y hermanas nos fuimos a vivir a lugares diferentes y los días se me hacían larguísimos. Como en una película, tenía una pieza llena de post-it, fotos, documentos… anoté todos los hechos en un diario, tenía miedo de olvidar, pero también necesitaba depositar los episodios traumáticos y sacarlos de mi psiquis”.

“Si bien en un minuto el comisario ya tenía datos suficientes para detener a los culpables, esperamos que las pruebas fueran contundentes para una condena final. Dentro de toda esta maldad encontré gente muy lúcida, con sentido de servicio y profesionalismo que realmente me deslumbró, como el comisario, la PDI, el fiscal y el abogado Juan Pablo Hermosilla con su equipo, que entendieron que estábamos enfrentando un crimen organizado”.

¿Cómo se enfrenta el miedo?
En un momento estuve con protección judicializada de fiscalía con un dispositivo que es el mismo que se usa para las víctimas de violencia intrafamiliar y un botón para hablar directamente con Carabineros, pero llegó un momento en que dije no quiero vivir así. Porque es muy invalidante y también siento que es una reflexión muy profunda… si me llega a pasar algo, en verdad no vale la pena vivir en este mundo. La preocupación de mi mamá y mis hermanas es constante, me dicen siempre ‘el papá no sabía a lo que se estaba enfrentando, pero tú sí’. Y tienen razón, por eso me da tanta rabia que el Estado no me cuide, no nos cuide como país. Si voy a dar la pelea contra el crimen organizado necesito que las autoridades vayan conmigo, no que me dejen como carne de cañón.

DUELO POR ENCARGO

“En el hospital tuve la oportunidad de acercarme a él, de tocarlo y antes de su muerte le dije tres cosas: que lo quería, le agradecí infinitamente toda la vida que nos dio, y que íbamos a estar bien. Y en ese estar bien es lo que he estado trabajando. Siento que lo que he hecho por mi papá él también lo hubiera hecho por mí y todo este proceso lo he llevado con mucha honra. Por eso el 27 de julio, cuando la corte dijo esto se acabó y que se tienen que cumplir las condenas, entré en otra etapa, de soltar, de haber cumplido…”.

La escritura es otra manera de ir sanando…
Así es, por eso escribí este primer manuscrito, me gusta mucho la escritura. Soy bien exigente, estudiosa. Por otro lado, mi mamá es orientadora familiar y tenemos una parte espiritual bastante intensa. Entonces, si bien me enfoqué en el juicio, yo sabía que lo que sentía era una profunda pena, nostalgia y un dolor por no tener más a mi papá. Muchas veces, cuando tenía insomnio, me levantaba a escribir y fue lo que me ayudó a sobrellevar este camino. Por eso hay páginas que tienen mucha intensidad y ahora lo estoy retomando para agregar nuevos pasajes. Si finalmente no lo quiere tomar ninguna editorial, lo voy a publicar yo misma y se lo voy a regalar a mis cercanos. Duelo por encargo tiene que ver con la relación de los vivos con los muertos. Es una reflexión antropológica y sociológica del duelo y del estado de la deuda.

“Soy muy apegada a las cosas de mi papá, a los olores, los recuerdos. Nosotros éramos muy cercanos y cómplices… por eso me quedé con su chaleco regalón, con algunas de sus fotos, porque lo que me evocan es una profunda felicidad y es mi motivación. En mi libro hay un pasaje en el que le pido disculpas por haberme entrometido en sus mails, en sus objetos personales, en sus bolsillos, busqué en lo más íntimo…”.

FUNDACIÓN PARA LA CONFIANZA

La última vez que entrevistamos a Valentina, en el año 2015, estaba a punto de partir hacia Etiopía, sin una fecha de regreso, para trabajar junto a comunidades rurales apoyando proyectos de seguridad alimentaria y educativos en primera infancia como misionera, y luego en una ONG.

Tras esa experiencia regresó a Chile, donde su carrera más importante la ha realizado en la Fundación para la Confianza (desde el 2017), organización sin fines de lucro que se dedica a la prevención del abuso y el maltrato infantil. Comenzó su trabajo como directora de proyectos y desde fines del año pasado es directora ejecutiva. Con un magíster en Intervención Social Interdisciplinaria, está a pocos meses de finalizar su licenciatura en Sociología en la Universidad de Chile.

“Yo no me imagino haber pasado esta experiencia traumática si no hubiese sido en la fundación y esto porque es un lugar donde constantemente estamos colindando con el trauma complejo. Pese a que son delitos diferentes, el dolor y el proceso judicial se parecen bastante. Tenemos un equipo tremendo con psicólogas jurídicas, abogados y nos dedicamos a hacer un acompañamiento a las víctimas vulneradas en la esfera sexual, desde lo psicológico a lo legal”.

“Por mi experiencia pude darle otro sentido a mi trabajo. No es fácil pasar un proceso de juicio, enfrentarse a un estrado y tener al agresor, en mi caso al asesino, al otro lado de la mampara. Por eso, tanto en la fundación como en nuestra lucha familiar, hay una búsqueda de la justicia, la recuperación de la confianza que fue arrebatada, pero que puede ser reparada. En el crimen de mi papá, cuando la jueza reconoció los hechos, tal cual ocurrieron, fue sanador y nos dio la esperanza de un futuro. También creo que me dio la fuerza de seguir trabajando; podría haber dicho ya pasé por un trauma, no quiero seguir sabiendo de sufrimiento, pero fue todo lo contrario”.

Hoy el caso más bullado es el del sacerdote Felipe Berríos, donde ustedes ayudaron a la víctima a hacer la denuncia…
El 2021, atendimos setecientas personas, este año ya vamos en quinientas. Lo que quiero decir es que el trabajo con víctimas lo llevamos muy bien y sabemos que hay casos que se vuelven más públicos como el de Berríos. La gran pelea de la fundación es contra el abuso, no contra la Iglesia, y nuestra posición siempre está por las víctimas y su bienestar. Ya tenemos la experiencia de casos mediáticos como el de Renato Poblete o de Hugo Montes; sabemos recibir las balas, porque nosotros no realizamos la investigación, sino que velamos para que el proceso se haga correctamente, proteger los derechos, acoger y acompañar.

“Fundación para la Confianza tiene programas de prevención en colegios, formación profesional en intervención de abuso, más un programa de atención directa a víctimas de abuso durante la infancia. Hoy nuestro gran canal de ayuda para niños, niñas y adolescentes es Línea Libre. Un programa que quiero mucho y tuve el gusto de ayudar a abrir el 2019, pues me he ido especializando en líneas de orientación y atención psicológica a través de canales remotos. Pero no sólo son temas de abuso sexual, sino que de salud mental, en general, que incluyen casos de alta complejidad. Durante la pandemia tuvimos que aumentar nuestros horarios de atención y números de profesionales con más de mil atenciones efectivas al mes. El mayor motivo de consulta es por conflictos interpersonales, vuelta a clases, ansiedad, angustia, situaciones e ideas suicidas, en los que incluso hemos tenido que articular rescates”.

“Nos abrimos a mostrar que el abuso infantil no aparece por sí solo, pues por lo general cohabita con otro tipo de adversidades y negligencias tempranas. Para poder realmente prevenir hay que abrir la puerta a otro tipo de malestares”.

 

“A mi padre lo mató un hombre perverso y lo mandó a matar otro aún más siniestro. Mi papá era el problema para Renato López, por eso decidió eliminarlo, usurpando nuevamente, solo que esta vez la vida y, con ello, transformando a mi familia en deudos. ¿Qué se adeuda cuando se es deuda? Parece retórico, pero las palabras se buscan. ¿Cómo se paga la deuda? Una manera es pagarla con trabajo, el trabajo del duelo”. (Duelo por encargo)

“Volver del Hospital Naval fue extraño, como todo desde el 18 de mayo. Mi papá había muerto, pero al cruzar la puerta de entrada, mi papá estaba vivo a través de sus objetos, del olor de su ropa, de sus libros sobre la mesita de noche. Sus cosas cargadas de cariño y uso no estaban enteradas del fallecimiento de su dueño, estaban a la espera de su retorno. Quizá todavía lo estén”. (Duelo por encargo).

“Las víctimas de crímenes violentos no buscamos reconciliación ni el ejercicio del perdón, buscamos justicia a través del estado de derecho. Nadie puede restituir lo que hemos perdido, mi papá; lo que pedimos, al menos en mi caso, es que las leyes se cumplan, aquellas leyes que están por encima de mujeres y hombres”. (Duelo por encargo)

“Mi papá era un “civil”, como llaman en jerga de narcos, una persona buena que fue asesinada de manera planificada por una persona con vinculación a otras muertes, a drogas y armas. Una contienda desigual entre un ciudadano que interpone una demanda por un delito de quinta categoría en un juzgado civil y que en contraparte recibe un disparo en la sien. Pero también ha sido mediático porque esto sucedió en lo que se llama clase alta, privilegiada, más no exenta de dolor y crimen”. (Duelo por encargo)