Alejandra Sepúlveda: Agente de cambio

presidenta ejecutiva ComunidadMujer

Desde la sociedad civil trabajaba incansablemente con un propósito que ella misma ha definido como inspirador: ampliar las fronteras en el ámbito de la equidad y la igualdad de género en las organizaciones y la vida misma. Sin brechas ni sesgos. Y aunque estuvo detrás de la primera convención paritaria en la historia mundial, sabe que todavía hay mucho por hacer. “Para mí, trabajar en ComunidadMujer, impulsando los derechos y las oportunidades de las mujeres, ha sido un regalo enorme y desafiante y una de las mejores cosas que me han pasado”, asegura. 

Por Macarena Ríos R. / Fotografías gentileza ComunidadMujer

«Con todas las habilidades que tenemos para administrar la vida, ¿por qué no estamos más presentes en la gerencia del mundo, cuando estamos absolutamente preparadas para eso?”, pregunta Alejandra, periodista, casada “con un marido tremendamente apoyador”, dos hijos y a estas alturas del partido, referente absoluto en temas de género. Una pregunta abierta que iremos desmenuzando en esta entrevista y que hace directa alusión al poder del vínculo femenino como agente de cambio hoy. Desde ComunidadMujer, el colectivo al que llegó el 2008, trabaja duro para seguir haciendo lo que la moviliza: abrir miradas, generar conversaciones y poner temas en la agenda nacional.

La escritora Isabel Allende dice que cuando varias mujeres se juntan y alzan la voz, el poder es infinito… ¿qué papel ha jugado ComunidadMujer durante todos estos años?

Creo que hemos hecho un aporte bastante importante en cuanto a la visibilización de las brechas de género. Hemos sacado estudios propios —los llamados estudios GET (Género, Estudio y Trabajo) —, que han marcado agenda, que han sido incidentes en el diseño de políticas públicas, por ejemplo, el estudio “Cuánto aportamos al PIB”, que hicimos para valorizar el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, cuyo ejercicio de cálculo lo emuló el Banco Central. También hemos hecho innovaciones importantes: fuimos la organización que se hizo cargo, hace cuatro años, de la iniciativa de paridad de género, en una alianza público-privada con el BID, con el Foro Económico Mundial para apoyar el proceso y acompañar a las empresas para cerrar sus brechas de género.

“Desde nuestra transversalidad ayudamos a articular un grupo de quince organizaciones con las que estuvimos en toda la discusión que se dio en el Congreso sobre la paridad de género y que se terminó aprobando el 4 de marzo del 2020. El logro de la primera convención paritaria en la historia de Chile y del mundo, es un logro mancomunado que nos tiene orgullosas”.

La igualdad de género ha sido tu bandera de lucha, ¿qué otra cosa te quita el sueño?
Además de la actual crisis climática, me quita el sueño la falta de diálogo, la falta de una convivencia pacífica, de darnos la oportunidad de reconocernos en la diversidad que somos como país y todo lo que tiene que ver con la crisis de la migración que se ha evidenciado de manera importante estos últimos días. Necesitamos evolucionar como sociedad y, en ese sentido, la intolerancia, el clasismo, la xenofobia, todas estas expresiones del individualismo y el egoísmo elevado a la máxima expresión es algo que debiéramos poder dejar atrás, por eso que el proceso constituyente me genera esperanza, más allá de las dificultades que ha tenido en su instalación.

¿Dónde debiera estar el foco en esta nueva constitución?
Esta constitución nos debiera plantear un modelo bastante más evolucionado del que hemos tenido hasta ahora. Debiéramos aspirar a un estado social democrático y de derecho, más solidario, a una constitución para la igualdad de género, que tenga respeto por los bienes naturales de uso público, ecológica. Que otorgue más fomento y crecimiento a las regiones, que abrace la ciencia, la tecnología, la investigación y desarrollo, que privilegie el espíritu emprendedor en ese ámbito e invierta en I+D. Una constitución que nos permita salirnos un poco del sistema presidencialista exacerbado que tenemos en Chile, con harta participación ciudadana, que sea vinculante, idealmente, porque ya se ha demostrado lo exitoso que puede ser cuando una comunidad se involucra o la hacen partícipe en una decisión. Es cosa de ver la alta participación en el plebiscito del año pasado.

¿Volverías al voto obligatorio?
Absolutamente. Los grados de abstención que hemos tenido últimamente hacen que sea muy sensato pensar en la vuelta del voto obligatorio. Pienso que eso les da una legitimidad a los resultados de las elecciones. Es importante, en paralelo a una reforma como esa, que se mejoren otros aspectos, como por ejemplo, que las personas puedan votar más cerca de sus casas.

LA POSTA FEMENINA

Hace poco, la organización @gointegro nuevamente reconoció a Alejandra como HRInfluencer. “Este premio me lo tomo con toda la alegría del mundo, y sorprendida, porque no son reconocimientos a los que uno postula, sino que te proponen y luego la gente vota por ti. Por mi trabajo tengo una vocería bastante permanente, suelo ser speaker en seminarios, escribo columnas, participo en programas de radio y me imagino que eso influyó de alguna manera”.

¿Te sientes una influencer?
No lo sé, pero sí creo que tengo un rol, por el cargo que ocupo y la vocería que tengo, que me permite influir en hacer que las cosas pasen, en generar cambios y transformaciones. Una de las cosas que me moviliza es, precisamente, lograr poner los temas en la agenda, abrir miradas y conversaciones, y cuestionarse también.

¿Qué has aprendido liderando mujeres?
No solo liderando, también compartiendo y solidarizando. He aprendido que tal vez, por nuestra experiencia de vida, las mujeres sabemos trabajar colaborativamente, sabemos armar comunidades, tenemos una habilidad entrenada para conectarnos de mejor manera con las experiencias de vida, con las realidades más cotidianas de los territorios y las personas. Tenemos un talento inmenso, somos más gregarias, más colectivas, no tememos compartir conocimientos, y eso tiene que ver con lo que hablábamos antes, con cómo las mujeres hemos tenido que ir conquistando nuestros derechos de a poco y de manera colectiva, entendiendo que sumar amplifica los resultados.

¿Cómo ves a las mujeres chilenas?
Las mujeres chilenas tienen un enorme talento, una fuerza movilizadora, persistente por avanzar, por cambiar las realidades, por buscar mejores oportunidades para las generaciones que vienen. El 2018 hicimos un estudio que se llamaba “Avances, desafíos y retos de 3 generaciones”, en donde estudiamos generaciones de hombres y mujeres desde 1940 al 2000 para poder entender su evolución. Nos encontramos con que las mujeres son muy conscientes, en todas las edades, de lo que lograron, de lo que les hizo falta y de lo que pueden cambiar. Entonces una abuela, probablemente, no va a querer que la nieta viva las mismas cosas que ella vivió y seguramente lo primero que le va a decir cuando se case sea “mijita, no permitas que tu marido te diga lo que tienes que hacer, tú tienes que vivir una vida mejor de la que yo viví”. Y eso se da en el traspaso de la sabiduría de la vida que las mujeres hacen a otras mujeres, una especie de “posta”, en el sentido de siempre querer que la que viene enfrente una realidad mejor, con más oportunidades, sin negar el contexto que le toca a cada una. En todo este tiempo que llevo trabajando en CM he sentido esa especie de “posta” entre las mujeres. Lo he visto, no solo en los estudios que hemos hecho, sino en mi trayectoria profesional.

Los cabildos buscan tomarle al pulso a lo que anhelan las mujeres, ¿con qué necesidades/demandas se han encontrado?
Hemos escuchado mucho el dolor de las mujeres por la violencia de género, que es muy transversal y frente a la cual el Estado de Chile no ha llegado a puerto con una solución más sistemática que les permita asegurar el derecho a una vida libre de violencia, desde la prevención a la sanción y reparación. También hemos evidenciado la enorme sobrecarga de las mujeres por el trabajo doméstico y de cuidados que no solo las tiene exhaustas, sino que en un muy legítimo cuestionamiento respecto a la injusticia que significa asumir sola el costo de esa carga y que, en pandemia, significó el retroceso de más de una década de participación laboral, en que en el punto más álgido de la pandemia (julio del año pasado) salieron del mercado laboral casi ochocientas mil mujeres porque no tenían forma de conseguir redes de apoyo que les permitieran seguir trabajando, a raíz del cierre de colegios y salas cunas.

“La brecha salarial de género también es un tema que ha salido bastante. Encontrarle una explicación al porqué las mujeres son discriminadas en el mundo del trabajo y ganan menos que los hombres, más allá de la experiencia laboral, los años de estudio, los posgrados y el sector de la economía, sigue siendo un gran tema y tiene que ver con el costo de la maternidad. La dificultad para acceder a altos cargos y para participar en la toma de decisiones del país también aparece en las conversaciones que estamos teniendo. Como dijo en un congreso la escritora Isabel Allende “ya es hora de que las mujeres participemos en iguales condiciones en la gerencia del mundo, somos grandes administradoras y nos han dejado de lado por siglos”. Una frase que a mí me gusta mucho.

EL COSTO DE LA MATERNIDAD

Entre reuniones, mesas técnicas y seminarios, los días de Alejandra son intensos. Gran consumidora de noticias nacionales e internacionales, dice no tener mucho tiempo para la lectura de ocio, salvo en vacaciones. Sin embargo, en su velador descansa Patria, del escritor español Fernando Aramburu, cuya lectura retoma cada vez que puede. Le gustan las novelas y las series históricas y también la cocina.

Celosa de su vida privada, dice que se ha leído todos los libros de Julia Navarro, que la última serie que vio fue una argentina llamada El reino, y que para “descansar la neurona” le encantan las películas románticas. También, que caminar por la playa la relaja tanto como la energiza la música. “Elton John, Roger Waters, Metallica, pop, jazz, me gusta de todo. Para mí la música tiene mucho que ver con los momentos y estados de ánimo. Soy bien diversa”.

Si no hubieras estudiado periodismo, ¿cuál sería tu plan B
Me gusta mucho la economía, a lo mejor hubiera sido economista o cientista política o sicóloga. Y en el trabajo que hoy día hago, las políticas públicas son parte muy importante de lo que hacemos y ahí también aprendo para aportar e interpretar de mejor manera los estudios.

Y hablando de políticas públicas, en Latinoamérica las mujeres retrocedimos diez años en cuanto al acceso al trabajo en el último año, ¿qué mecanismos podrían volver a acercar a las mujeres al mercado laboral?

Sin duda, hay que quitar el costo de la maternidad que hoy recae en las mujeres en el ámbito laboral. Y eso supone en Chile un sistema nacional de cuidados, que permita a las mujeres tener una amplitud de dispositivos de delegación de cuidados, no solo salas cuna y jardines infantiles, porque el cuidado no solo es de niños, sino también de adultos dependientes. Hay una reforma que está pendiente en Chile hace más de diez años, que es la reforma a la ley de Sala Cuna para que no solo sea cargo de la mujer. Un posnatal masculino obligatorio, con cargo al fisco, podría ser una medida interesante también.

¿Con qué Chile sueñas?
Aunque suene cliché a estas alturas, sueño con un Chile más justo, inclusivo, diverso, que respete esa diversidad, que no discrimine, que cuide su medio ambiente y su naturaleza. Un Chile en el que la cuna donde naces no sea determinante de las oportunidades que puedas tener en la vida, donde haya más movilidad social, donde las personas puedan realizarse.

Si te encontraras con la lámpara de Aladino, ¿qué pedirías?
De momento, y frente a la coyuntura que hoy tenemos, es que podamos aprobar una excelente constitución en el plebiscito de salida y que Chile camine hacia un futuro próspero y sostenible. En términos personales sé exactamente lo que pediría, pero eso me lo reservo.