Cata Droguett: Ecología personal

Volcada a trabajar ciento por ciento en plataformas y proyectos que promuevan  una vida consciente y sustentable, esta periodista y activista medioambiental cambió el lucrativo mundo corporativo por una vida orientada a inspirar, movilizar y articular acciones que no solo generen una mejor sociedad, sino una conexión profunda con uno mismo. “Lo que yo planteo desde la ‘ecología personal’ es revertir la crisis climática siendo mejores personas, más conscientes, más saludables, alimentándose bien, haciendo deporte. Mi trabajo es construir un nuevo mundo donde la sustentabilidad, el desarrollo sostenible, el respeto por la naturaleza, por los animales y por uno mismo sea fundamental”.

 Por Macarena Ríos R. / Fotografías Javiera Díaz de Valdés

Para entender dónde está hoy esta tremenda mujer —ganadora de los premios Women Economic Forum y “Mujer Influyente 2020”—, hay que remontarse a sus orígenes, a sus puntos de quiebre e historia de vida. Vinculada durante muchos años al mundo corporativo, cuando era dueña de una exitosa agencia de comunicaciones, cuando su norte solo se enfocaba en el trabajo y en su mente todo era una ecuación, el difícil camino por ser mamá marcó un punto de inflexión y la llevó a un profundo viaje de autoconocimiento, junto a un genuino interés por conectar con proyectos diferentes a los que venía haciendo.

En ese escenario, ni la oficina increíble, ni la vista insuperable, ni las campañas de lujo que lideraba, fueron suficientes. “Hay cosas que no se pueden comprar con dinero y es súper importante tenerlo en perspectiva, porque por lo general son las cosas más lindas e importantes de la vida. Yo los defino como los benditos puntos de quiebre, que creo son muy necesarios en la vida. Un tumor en mi ovario izquierdo me hizo darme cuenta de que estaba hipotecando mis ganas de ser mamá, que me había enfermado de dolor y que tenía que hacer un break. Fueron meses bien oscuros”.

Luego del nacimiento de su hija Paloma, “un ser de luz que cada día me conecta más con el agradecimiento” —después de una lucha de siete años—, y de un posterior viaje a México, cerró la agencia de comunicaciones. “Hubo mucho mito urbano ahí”.

De un día para otro se encontró en su casa, haciendo teletrabajo, sin chofer, sin secretaria, sin oficina ni clientes. “Justo me había cambiado a La Red con mi programa Chile Sustentable. Mi gran desafío era democratizar la sustentabilidad y llevarla a la televisión abierta. Hoy día somos el único programa especializado en temas de  sustentabilidad en Chile. Sostenerlo ha sido hipotecar hartas cosas para poder estar al aire”.

Pero no se arrepiente. “Con Chile Sustentable hemos dado vitrina a más de dos mil iniciativas chilenas en pro de la vida consciente y sustentable. En doce años he tenido el privilegio de entrevistar y conocer a mucha gente de la que he aprendido muchísimo”.

¿Ecoemprendimientos que te hayan volado la cabeza?
Muchos. Chukao Kids, por ejemplo, son juguetes sustentables para niños hechos de despuntes de carpintería. Nueve de cada diez juguetes terminan en un vertedero, esa es la métrica. La dueña de este emprendimiento los transforma en unos robots de madera natural. Son los niños quienes los personalizan, los pintan, les ponen tachas o brillos. Es una actividad que puedes hacer con tus hijos. Además, los niños expresan, a través del juguete, lo que están sintiendo. Es muy mágico este emprendimiento, porque además de sustentabilidad, tiene humanidad. Y está la Rosario Hevia, que creó Travieso: compra, venta, trueque y donación de ropa infantil. La cantidad de ropa que han reutilizado ha sido tremenda, sobre todo considerando que la industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta. Paralelamente compró una hilandería y creó un segundo emprendimiento: Ecocitex, que es hilado textil de ropa reciclada. Hay historias increíbles que se mezclan con la resiliencia y la fortaleza, y que da para un segundo libro más adelante: el de las mujeres sustentables.

ESCUELA Y CHARLA TED

“Para mí esta escuela ha sido todo: encontrar amigas, conocer gente, volver a reír, ir a un lugar y tener un panorama”, le confidenció una mujer a Catalina apenas terminó un stand up comedy de Pamela Leiva, en una de las tantas versiones que ha tenido la Escuela Mujer Sustentable en sus cuatro años de vida. “Te quiero agradecer porque hace años que no me reía”, le dijo. Catalina recuerda perfecto ese día. “Da lo mismo si esa mujer no aprendió a compostar, tú estás reviviendo sus células, la estás haciendo tomar conciencia con ese cuerpo físico, emocional y espiritual. Por eso siempre digo que la escuela es transformadora”.

Catalina se refiere a la Escuela Mujer Sustentable, que nace bajo el alero de Mujer Sustentable, una plataforma que creó, luego de la pérdida de su segundo hijo, como una gran red social que comenzó a visibilizar el dolor y la angustia de otras mujeres que transitaban en ese mismo camino. Es en ese nuevo punto de quiebre donde encuentra la posibilidad de conectar con otras personas desde la ecología personal y la empatía. Y se puso manos a la obra. “Me uní con el Inacap y abrí la primera Escuela Mujer Sustentable con speakers especializados en distintas temáticas: emprendimiento, marketing, consumo consciente, comercio justo, equidad de género, etc. Mi objetivo era enseñarles a esas mujeres a ser agentes de cambio, a cómo podían generar ecogestos y ecocambios en sus casas, en su vida diaria, en la alimentación. Aquí no solo se trata de la limpieza de playas, sino de limpiar nuestro mundo interior”.

¿Cómo se proyecta Mujer Sustentable?
MS, como movimiento, creció mucho gracias a la tecnología; estamos en diez países de Latinoamérica con embajadoras. Ahora estamos en formato online, preparando la Escuela 2022 que viene con muchas novedades, va a ser una escuela latinoamericana.

Independiente, emprendedora y optimista por definición, “con un plan B, plan C y plan D”, dice que está hecha de fuego, que lo que más le gusta en la vida es viajar —“viajar es sanar”—, y que lo primero que hace apenas abre un ojo, a eso de las cinco y media de la mañana, es activar la glándula pineal y conectar con la llama violeta, alineando cuerpo físico, mental, emocional y espiritual. “Después salgo al mundo. Si no lo hago, me va como las wevas”.

Muy vinculada al mundo espiritual, cree en las vidas pasadas, en el aura, en la energía. Casada con el empresario Juan José García-Huidobro, “mi alma gemela”, sus días vuelan entre diversos proyectos que ha sacado a pulso y que han sido fruto de profundas vivencias personales: Chile Sustentable, Mujer Sustentable y sus charlas y seminarios en los que habla de Ecología Personal, una metodología acuñada por ella que propone un viaje al interior de nosotros mismos.

En medio de la pandemia la llamaron del equipo de las charlas TED para ser charlista de esa plataforma. “Les planteé que yo estaba trabajando un método que se llamaba “ecología personal”. ¿Qué es?, preguntaron los gringos. Es comprender que al igual que la madre tierra, nosotros, los seres humanos, estamos compuestos por aire, tierra, fuego y agua, sumado a un cuerpo físico, mental, emocional y espiritual y cómo desde ahí restauramos y reciclamos nuestra propia crisis climática para luego impactar positivamente al planeta. Y hoy día, lo acaba de decir el último informe de IPCC, el elemento más tóxico, contaminante y destructivo de la madre tierra es el ser humano”.

 No solo fue una charla TED, sino que también se transformó en un libro: El libro de la ecología personal, que ya estará a la venta y que viene a reforzar lo que hace en sus charlas y seminarios. “Siento que la gente quiere ser más consciente con uno mismo y también con el medio ambiente, pero no sabe cómo. De hecho, a través de la ecología personal yo planteo que busques una causa que te mueva: forestación, animales, niños, océanos, bosques. Todos tenemos algo que nos mueve el corazón, encuentra la tuya”.

Su incansable trabajo con el medioambiente y la sustentabilidad la han premiado en diversas oportunidades.

¿De qué manera te llegan estos premios?, ¿qué significan hoy?
Los premios los recibo con agradecimiento, con humildad, pero más que tiempo para premios, necesitamos tiempo para hacer. Y actualmente yo estoy más en el hacer, estoy más concentrada en sacar adelante campañas, conseguirme auspicios.

EL CAMBIO CLIMÁTICO Y EL INFORME DEL IPCC

Lejos de sorprenderla, el último informe del IPCC le dio mucha angustia y pena. “Cuando llevas tantos años hablando de este tema y te das cuenta de que no hemos avanzado. Hace doce años tenía la esperanza de poder revertir esto que estaba pasando y hoy día el tiempo se nos acabó. Pensar en qué mundo va a vivir la Paloma dentro de cuarenta años me conmueve. Hoy menos que nunca podemos abandonar”.

¿Te consideras una activista medioambiental?
¿Cómo no voy a ser activista? Es un deber cívico, un deber moral. Mi objetivo ha sido ponerle rock a la sustentabilidad, sacarla de los seminarios, de las grandes entidades y llevarla a un lenguaje sencillo, con alguna chuchá entremedio que a veces se me sale en las charlas y la gente que me contrata lo sabe. Acá no se trata de ser Greta Thunberg y nunca más subirte a un avión y no comprar nada, sino un resignificar lo importante, lo valioso, la vida.

La sustentabilidad cruza toda tu vida, ¿siempre fue así?
Siempre. Los ejes de la sustentabilidad —tanto social como medioambiental—, los aprendí en la población donde crecí. Ahí se reutilizaba la ropa, el hermano chico heredaba la ropa del hermano del medio, upciclyng le dicen ahora, o suprareciclaje, o economía circular, pero es la misma wevá. En los ochenta le ponías renovador a las zapatillas y quedaban como nuevas, mi abuela lavaba la loza en una palangana sin dejar correr el agua, intercambiabas cosas con el vecino, los sacos de harina los transformabas en manteles, teníamos un pequeño huerto del que sacábamos hierbas como menta o boldo, para aliviar algún dolor. Todo eso ocurre en una población, porque los recursos son limitados. Es un volver al origen. No se trata de vivir una vida en el mercado orgánico, con una bicicleta eléctrica de cincuenta palos. No, eso es moda. Yo no invito a la gente a eso, sino a hacer cambios sencillos en la casa, a que trabajemos las carencias emocionales que nos hacen consumir desbordadamente, porque estamos tapando la falta de amor, de autoestima, de conexión con esa niña o niño interno con cosas materiales. Por eso que en mi libro yo planteo que trabajemos esa emocionalidad para que desde ahí no tengamos la necesidad de consumir por consumir y así evitar esa huella de carbono que genera mi par número cuarenta de zapatillas. Esa es la lógica, esa es mi reflexión final.