Una canción vale más

Es la última tendencia entre las grandes estrellas, venderlo todo o una parte importante del catálogo musical por cifras millonarias. Bob Dylan, Neil Young y Lindsay Buckingham, entre otros gigantes de la era dorada del rock, lo han hecho, como también astros pop de la talla de Justin Timberlake y Enrique Iglesias.

Uno de los principales compradores es Hipgnosis, una compañía dedicada a mercadear canciones. La última adquisición fue el cancionero de Shakira, integrándose a clásicos como Blondie, Barry Manilow y Journey, productores y compositores como Mark Ronson y Timbaland, y artistas juveniles como The Chainsmokers.

Aunque Hipgnosis tiene menos de tres años en el mercado, su dueño, el canadiense Merck Mercuriadis (57), es un veterano de la industria musical con un currículo como manager y productor ejecutivo de figuras de élite contando a Iron Maiden, Beyoncé y Guns N’ Roses. Para Mercuriadis comprar canciones es una adquisición «más valiosa que el oro o el petróleo», ajena a las fluctuaciones de la economía. Entre los inversores, que aportaron mil millones de dólares en conjunto, se encuentra la Iglesia de Inglaterra liderada por Isabel II.

Las vías de ganancia son múltiples tras el cambio de paradigma del viejo sistema, en que el monopolio de la emisión musical pertenecía a las radios, alimentadas de novedades por los sellos grabadores. Hoy las posibilidades son múltiples, gracias a los sistemas de streaming, las aplicaciones que gatillan fenómenos virales como TikTok, campañas publicitarias, o integrar el soundtrack de una película o serie. Por cada reproducción se reporta una ganancia al dueño de los derechos. «Si tomas una canción como Sweet Dreams de Eurythmics o Livin’ On A Prayer de Bon Jovi”, explica Mercuriadis, “estás hablando de tres o cuatro décadas de ingresos fiables».

Hay un atractivo supremo en este tipo de transacciones y radica en que al vender los derechos, los artistas ahorran el pago de impuestos por su propia obra, que llega hasta un veinte por ciento. Eliminar ese porcentaje en un periodo como este sin giras, que es el ítem donde las estrellas ganan el grueso de su dinero, es música en los oídos.