Antonia Boza: Arte transversal

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Ilustra la realidad cotidiana, esa que ocurre sin prisas en calles y plazas, donde el encuentro, las miradas, los anhelos son pan de cada día. “Ser artista es mirar la realidad con otro filtro”, asegura desde su taller.

Por Macarena Ríos R. /Fotografías Andrea Barceló A.

Durante la pandemia, y como una manera de empatizar con el encierro, a Antonia —@antoniaboza—, se le ocurrió regalar ilustraciones para que fueran coloreadas por grandes y chicos. Una instancia creativa que tuvo tan buena llegada que derivó en ilustraciones gigantes y más adelante en un proyecto precioso: los “Pandemials Blocks”: una croquera con diecinueve ilustraciones para pintar en familia. “Fue muy bonito el proceso porque me permitió llegar a muchos lugares, a entrar en las casas y que conocieran mi trabajo”.

Las ofreció por Instagram y fue furor. “Como cuenta orgánica, Instagram ha sido una instancia de encuentro con el público muy bonita. Hay gente que me pide que pinte cosas personales o que les explique mejor mi obra. Mi arte ha sido bien transversal y eso es lo que me tiene contenta como artista, que llega a todos”.

¿Siempre fue el arte?
Tuve la suerte desde chica de estar bien vinculada con el arte, de tener el ojo para poder apreciarlo. Vengo de una familia de artistas; por el lado materno tengo abuela, tías y primos pintores y, bueno, mi papá era arquitecto. Desde el colegio supe que quería ser artista. Sabía que no iba a ser fácil, pero siempre tuve el apoyo de mi familia.

¿Qué es para ti ser artista?
Ser artista es estar con otro filtro, mirar la realidad con otra perspectiva y estar alerta a lo que pasa. Es una manera de observar la realidad y como tú la plasmas.

¿Cómo definirías tus obras?
Mis pinturas han sido una forma de reinterpretar la realidad con un toque de humor e ironía. Más que dar un mensaje, soy la narradora omnisciente que está detrás obturando, por eso ocupo harto la fotografía como la base de mis cuadros, poniendo el foco a lo anecdótico y cotidiano.

¿Lo más desafiante en todo este tiempo?
El autoaprendizaje es a punta de porrazos y tropiezos. Uno tiene que aprender a autogestionarse, ese es el rollo, cuesta ponerle precio a tu obra, ese también es un tema. Pero, aunque es difícil, cada vez es más viable ser artista.

ENTRE EL COLOR Y LA LÍNEA

Hija de la historiadora Diana Wilson y del desaparecido arquitecto Cristián Boza, Antonia brilla con luz propia. Su ojo agudo, la ironía, la fuerza de su pintura, no solo se encuentra en cuadros y arte-objetos, sino en bancos y murales al aire libre, como el de la sanguchería José Ramón en Lastarria. “Soy más de llevar el arte a la calle. Me gusta aportar con el color y revivir espacios. Me gusta mucho”.

¿Qué heredaste de tus padres?
La energía, la perseverancia, el sentido del humor, lo canchero.

¿Te acomoda el formato grande?
Eso fue todo un descubrimiento. Me encantan las telas, pero siento que mi gráfica funciona súper bien a gran escala. La mano alzada me sale bien.

El último mural que hizo fue en un cité de San Diego, en un pasaje del barrio Franklin. Fue un proyecto junto a Red Mega Centro y la Fundación Urbanismo Social.  Tenía setenta y dos metros cuadrados y se demoró apenas cuatro días. “Me gusta dejar un sello y ser un aporte para la ciudad, eso es lo que me atrae del fenómeno del mural. Soy muy sociable y me hago amiga de todo el mundo. Uno se involucra con la gente, con el entorno; al final terminé pintando el perro de uno de los vecinos, imagínate. Es bonito cuando uno se sale un poco del rol de artista y se convierte en un puente”.

¿Qué te inspira?
Me inspira lo cotidiano, las personas, lo urbano. La base de mi obra tiene que ver mucho con la ciudad y sus aglomeraciones, las personas en la calle, la señora con la guagua. Lo entretenido es el ingrediente del humor”.

Como parte de su proceso creativo, lo que más le gustaba a Antonia era subirse al metro con cámara en mano y partir a todas las plazas y parques a observar. “Me sentaba detrás del mercado de Estación Central, en las esquinas, en los balnearios populares a retratar gente y plasmar realidades. Para mí la misión del artista es ser un narrador en tercera persona que quiere plasmar la historia”.

¿Trabajas con otros soportes?
Por carácter, por personalidad, me gusta estar probando nuevas técnicas. El año pasado ilustré el libro SOS Mamis y me junté de manera online con #13artistas, un colectivo de mujeres artistas súper potente.

¿Quiénes son tus referentes?
Jean-Michel Basquiat y Keith Haring en cuanto a gráfica y color. De fotógrafos me gusta Martin Parr, que se enfocó en la clase emergente inglesa y su cotidianidad.

“¿Sabes lo que me gusta? Que cuando hago algún tipo de composición, la gente siempre termina participando de ella y se inventa su propia historia, se siente identificada de alguna manera. Por eso me encantaría que me salieran más proyectos y poder pintar más murales”.