Genio en la botella

Por Marcelo Contreras

GAMBITO DE DAMA. NETFLIX.

Las aventuras de una chica campeona de ajedrez no parecen muy interesantes pero, en ajustado resumen, una serie con esa trama se ha convertido en el mayor éxito de espectadores de Netflix. En apenas veintiocho días, sesenta y dos millones de hogares devoraron una historia con un condimento infalible en los cimientos de un drama: protagonista huérfano. A mediados de los años cincuenta, en plena era Eisenhower, Beth Harmon es internada en un orfanato tras sobrevivir a su madre en un accidente automovilístico. Allí, bajo la guía de un hermético conserje, desarrolla un talento extraordinario para el ajedrez. Convertida en prodigio del tablero, su trayectoria profesional asciende con la velocidad de la carrera espacial en los sesenta. Su lado brillante lidia con una temprana afición por las pastillas y el alcohol. Beth es una genio atrapada en la botella con un giro interesante, que desafía la moral sobre la práctica profesional y los estimulantes. Los elementos narcóticos y etílicos inspiran el juego de Beth. Ebria y drogada despliega estrategias mucho más audaces.

Basada en la novela homónima de Walter Tevis, publicada en 1983, Gambito de Dama se desarrolla en plena Guerra Fría. Junto con celebrar la estética de los años cincuenta y sesenta en su filo más glamoroso, refleja los vertiginosos cambios sociales del periodo, con las mujeres asumiendo que casarse y criar niños no podían ser las únicas opciones en sus vidas. El actual contexto de empoderamiento femenino resuena en el relato de una joven que se inmiscuye y triunfa en una esfera dominada por hombres, en uno de tantos escenarios de lucha hegemónica entre EE.UU. y el bloque soviético hace más de medio siglo.

El encanto de la serie se concentra inapelablemente en la actriz estadounidense de origen argentino Anya Taylor-Joy. Su expresión inmutable y maneras de modelo encajan a la perfección con un drama que bien podría ser una teleserie de gran presupuesto. Así de encantadora y enviciante.