María Elena Naveillan: Lenguaje propio

artista

El poder de la palabra, su pasado, su presente, su futuro, cobra vida en cada una de sus obras. Con una propuesta artística ligada a la simbología del lenguaje, los diversos alfabetos y sus tipografías, la artista crea un nuevo universo a partir de las letras. “Me llaman muchísimo la atención los símbolos de la escritura, su riqueza. A través de ellos, busco registrar lo que estamos dejando como sociedad”.

Por Macarena Ríos R./ Fotografía Carla Pinilla G.

Dice que ama las matemáticas, los persas y el color naranjo. Y cómo no, las letras y su simbología, esas que se le aparecieron un día leyendo los obituarios tras la temprana muerte de sus padres y que más tarde la llevó a investigar los alfabetos e idiomas del mundo.

“Me llamó la atención cómo las distintas culturas, religiones —y los ateos— expresaban a sus muertos de diversas formas, con diversas letras y tipografías. Empecé a leer diarios de todas partes del mundo y comencé a jugar con los símbolos de las diferentes civilizaciones y ahí me metí de lleno en los alfabetos”.

Aunque en un principio estudió arquitectura, no fue casualidad que terminara sucumbiendo al arte, “parte de mi vida y de mi historia”. Fue su abuela paterna, descendiente del pintor barroco flamenco Gerard Seghers —quien tiene una sala en el Louvre—, “la que siempre nos impulsó hacia el arte, la que nos regalaba lápices y pinturas”.

¿Qué rescatas de la academia?
Tuve profesores de lujo: Gaspar Galaz, Claudia Campaña, Gonzalo Cienfuegos, Gracia Barrios, José Balmes, grandes maestros. Cuando tú veías a un profesor vibrar con lo que estaba enseñando te hacía estar más concentrada y gozar. Eso me pasó a mí. Me acuerdo que tuve un ramo con Sammy Benmayor que fue vital en mi proceso de formación. Estaba enfocado hacia dónde quería ir, qué quería sacar de la pintura, qué me movía.

¿Y qué te mueve hoy?
La trascendencia. Los artistas somos testigos gráficos de una época y tenemos un papel fundamental: dar a conocer nuestra historia y lo que está pasando en ella. Por ejemplo, lo que está pasando con la palabra. Hoy la palabra no existe. Está totalmente contaminada por el populismo, la chabacanería, la pequeñez. Hoy día se están cayendo todas las instituciones por faltar a la palabra.

VERBUM

Así llamó la artista a su última exposición, en la Universidad de Los Andes, en agosto del año pasado. Hoy, María Elena —@manenanaveillanart— sigue creando nuevas propuestas artísticas, como los icónicos retratos de familia a través de las iniciales. “Realizo esferas con propuestas de gamas de colores y destaco las iniciales que el cliente quiera. A este tipo de trabajo le puse Retrato de familia contemporáneo”.

A partir del primer lugar que obtuvo en un concurso en Washington con la obra Alfa prima —en el que presentó un cuadro con relieves de letras A en positivo y negativo—, Maria Elena no paró más. “Fue el punto de partida para desarrollar todo un estudio con las letras y el volumen. Trabajé en un nuevo lenguaje, con capas de luces y degradé. Fue la oportunidad para hacer algo totalmente distinto”.

Al principio su apuesta artística estuvo relacionada con el paisaje y el color de los atardeceres campestres. Luego, a través del color llegó a la globalización, y con ella, a la rapidez y la velocidad. “Comencé a fijarme en las letras de los diarios, los letreros, los grafismos. Estaban en todas partes”.

¿Qué buscas lograr con tus obras?
Me encanta que mis trabajos signifiquen algo diferente en las personas. Eso es lo mejor del arte, porque tú hablas desde tu interior, pero el otro tiene otra visión, otra historia de vida, otros vínculos. Eso me atrae. Tengo unas obras blancas volumétricas, llenas de capas que producen sombras y que contienen palabras escondidas, es una invitación a que el espectador se detenga, observe y descubra.

¿Qué significan las esferas?
Mis obras esféricas aluden al globo terráqueo. Quiero hacer ver que el mundo está lleno de letras de diversas tipografías y alfabetos, y que cada letra puede ser uno mismo. Todas las letras de las esculturas que has visto son papeles de acuarela de trescientos a cuatrocientos gramos que son resistentes a los rayos UV, que pinto y luego las coso una por una con hilos de pescar elasticados y que voy uniendo acorde a la intencionalidad que quiero darle a cada obra. Es un trabajo de relojería, de contemplación, de silencio. Ese silencio, en el trabajo de un artista, es muy importante y necesario. Al menos en mi caso, te hace reconectarte contigo mismo”.

María Elena, durante el verano, se dedicó a recolectar piedras con formas de flechas, palos de madera con forma de ondas, fósforos quemados. “Un registro visual acerca de lo que ha pasado con la agresividad en nuestro país, con las manifestaciones sociales internacionales, con la naturaleza misma. También he recogido nidos vacíos, que son parte de una nueva propuesta que tengo”.

¿De qué se trata?
El nido es algo que te contiene y en los tiempos que corren no hacemos una contención de nosotros mismos, hay mucha falta de empatía. Esta apuesta se va a llamar El año que vivimos en peligro. Peligro de todo, peligro de violencia, peligro de vínculos, de falta de palabra, de las instituciones, de tantas cosas. A raíz de la globalización estamos mucho más conectados, pero a su vez estamos hiperdesvinculados. Tenemos una tecnología de punta, pero no una humanidad de punta.

¿Nuevas apuestas?
Estoy jugando con tipografías nuevas que estoy investigando y con volúmenes de colores más primarios y fuertes. Quiero salir de los neutros y dialogar y establecer una relación entre el mensaje y el color.

¿Cómo visualizas el 2021?
Durante este tiempo de cuarentena tuve la increíble experiencia de conectarme con un grupo de mujeres espectaculares a través de #treceartistaschile. Nos hemos potenciado con una generosidad maravillosa a través de nuestras redes sociales. Se viene una exposición con las trece, eso de todas maneras. No nos conocemos, pero estamos buscando un espacio y una curadora. A pesar de que el arte que hace cada una es totalmente distinto, lo que nos une es justamente lo que somos y que nos reunió en cuarentena: las trece. A nosotras no nos va a parar nadie.