Pídele al universo: la magia de los decretos

¿Te imaginas cómo sería tu vida si simplemente con pedir lo que deseas eso llegara a ti? ¿Es esto posible o una idea irreal? ¿Es verdad que lo que piensas y dices tiene un impacto en lo que llega a ti?

Miles son las historias personales, de amigos cercanos, familiares y alumnos que me hacen sentarme a escribir esta columna con una certeza que, espero, impacte en ti al menos con la pregunta: ¿será posible? ¿Y si fuese posible, cómo funciona?

La idea de “pedir a la vida” no es nueva y de hecho lo hacemos todo el tiempo. Un decreto es una “afirmación más intención”. La afirmación se refiere a un pensamiento o frase hablada o escrita, mientras que la intención se refiere a la energía y emoción vinculada a esta frase.

Estás decretando todo el tiempo, cada vez que piensas algo que quieres o expresas algo que deseas o afirmas. Cuando dices “estoy segura/o de que me va a ir bien/mal” estás decretado que te vaya bien/mal. A veces escuchamos frases coloquiales como “ella siempre dijo que se iba a casar a x edad” o “él siempre quiso estar en esa empresa” o “mi abuelo siempre dijo que moriría a tal edad”. A través de los decretos estamos dando forma a nuestra realidad y experiencias en este mundo.

En lo personal he decretado absolutamente de todo: desde viajes, negocios, guías espirituales, relaciones en cuestión de días, dinero en horas, viajes en business, soluciones concretas en cuestión de minutos y ¡tanto, tanto más! Todo lo que esté dentro de lo que creo posible.

¡Y esto último es clave! Porque todo lo que se extiende de ti, todo tu poder creador y de influencia sobre la realidad “sólida” que te rodea está limitado o potenciado por lo que crees (entre otros aspectos).

Es imposible que materialices frente a ti un millón de dólares del aire sólo con decretarlo (pedirlo con intención), simplemente porque todas las células de tu ser te dicen que “no es posible”. Se aplica lo mismo en tu salud, tu abundancia económica, tu éxito, plenitud… ¡todas las áreas de tu vida!

Por lo tanto, si bien pedirle a la vida funciona, urge aprender cómo pedirle a la vida.

Para que comiences a jugar con este concepto te quiero invitar a realizar el siguiente ejercicio.

Toma un lápiz, conecta con algo que quieras, que creas posible. Escríbelo, haz una lista. Observa si es que lo que pides es relevante (intención, energía como mencionábamos antes) y si crees que es posible. Escribe en positivo (no es lo mismo decir “no quiero sentir dolor” a “quiero estar sano/a”), luego, vive como si ya lo tuvieras, siente como si ya fuera parte de tu vida. Y, sin exigir, suelta, olvídate.

En el peor de los casos, no sucederá nada (hay bloqueos que deben ser trabajados). En el mejor de los casos, la vida comenzará a tomar un color y un sabor mucho más interesante, donde el asombro, la inocencia y el juego comienzan a tener mucho más protagonismo en el día a día.

Ha sido mi experiencia y la de miles de personas que han aplicado estas mismas técnicas, que la vida nunca vuelve a ser la misma.

¡Que ganas de saber lo que vas a crear para ti y bienvenido/a a la Creación Consciente!