Patrimonio en tiempos de convulsión

FOTOCOLCONECTADOS

Este mes de mayo fue especial y muy diferente a lo que ha sido la celebración del día del patrimonio. Esta vez, aquel último fin de semana del mes, que ya se había hecho tradicional con visitas multitudinarias a los diferentes sitios histórico–patrimoniales de cada ciudad del país, dio lugar a una serie de actividades virtuales que tuvieron por objetivo central el mantener viva esta conciencia que con tanto esfuerzo se ha construido a lo largo de los años, y que este 2020 cumplió veintiún años de celebración.

Hasta mediados de la década de 1990, la palabra “Patrimonial” todavía no entraba en el léxico de la ciudadanía y, por tanto, para muchos, hablar de conservación patrimonial, lamentablemente, tenía escaso significado, posibilitando con ello la pérdida de importantes edificaciones y monumentos en ciudades como Valparaíso, Viña del Mar y Santiago, sin mayor cuestionamiento sobre las consecuencias que esto podría traer para el futuro.

Solo basta recordar la irremediable pérdida de las bellas casonas de Viña del Mar, las que, hasta mediados de la mencionada década, aún se emplazaban en buena parte del plan de la ciudad y en el sector de Agua Santa. Aquella arquitectura, que representaba una continuidad arquitectónica con Valparaíso, le otorgaba a la “ciudad jardín”, un atractivo que perfectamente pudo haber sido conducido hacia un potencial turístico que, en los tiempos actuales, sería una muy buena alternativa ante las escasas variantes que hoy ofrece la ciudad en dicha materia, entendiendo que en el mundo global en que vivimos, la idea de ofrecer la playas como su gran oferta internacional no tiene opciones de éxito.

Lo mismo ocurre con Valparaíso en materia de pérdidas, aunque con el agravante que desde el año 2003, parte de su casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad. La destrucción del patrimonio ha sido constante, tanto el tangible como el inmaterial, y en donde las autoridades no han tomado conciencia que buena parte del futuro de la ciudad está depositado hoy en dicho atractivo turístico de intereses especiales, el cual ha mostrado recientemente toda su fragilidad, y que cada día se desmorona de manera irremediable. Solo como ejemplo, hace pocos días se terminó de destruir una de las más bellas casonas de Playa Ancha, que estaba abandonada a raíz de un incendio que había sufrido años atrás. Este bien inmueble, una joya que estaba ubicada casi frente al regimiento Maipo, era de propiedad municipal y nadie hizo nada para salvarla.

También en Santiago las pérdidas han sido significativas, en particular en el antiguo casco histórico de la ciudad, donde el pasado colonial y del primer siglo republicano ya ha casi desaparecido por completo, sin embargo, perviven monumentos significativos como, por ejemplo, la catedral y el palacio de La Moneda, el Museo Histórico Nacional en el antiguo edificio de la Real Audiencia, la Casa Colorada y el actual Museo Chileno de Arte Precolombino en el antiguo Palacio de la Aduana.

Pese al panorama señalado, no todo está perdido. Hay muchas tareas por delante y por ello la estrategia de fortalecer la conciencia patrimonial es una señal muy positiva y está dando sus frutos. Por ejemplo, las redes sociales son mucho más activas en cuanto a alertar sobre el patrimonio en peligro e identificar potencialidades. Pero también es tiempo que las autoridades nacionales y locales sean más proactivas sobre esta materia, invirtiendo en los bienes públicos y apoyando a los privados para que lo patrimonial no sea una carga sino una oportunidad.