Karma

por Sergio Melitón Carrasco Álvarez Ph.D.

El manido estallido social reciente se trató de explicar con variadas definiciones. Vi incluso que se usó el concepto hindú de Karma, queriendo descifrar la “ira acumulada por años”. Así, se dijo que la prolongada agitación sería un Karma: una reacción y consecuencia a la carga de injusticias, abusos e inequidades. Si bien no es este el lugar para reiterar el tema casi único del mes, sí quisiéramos aclarar qué es Karma, y entender si lo que pasó es un buen o mal karma.

Karma (sustantivo abstracto, común y neutro) en filosofía de India y de Asia en general, es “acción”, “trabajo”, “movimiento”. Karma es una jornada; lo que alguien hace durante un lapso acotado de tiempo. Karman (sustantivo propio), en cambio, es la actuación, la ocupación personal, la labor, el oficio, el deber y obligación; aquello a lo que un individuo se halla dedicado de modo parcial o total, en su vida. Alguien que desarrolla una labor cotidiana cumple su karma (deber), y es natural que por ese ejercicio reciba y exija una recompensa correspondiente, un salario. Ese justo pago es “un buen karma”. Una persona que realiza una acción reñida, tortuosa, efectúa un trabajo defectuoso o incompleto, es sancionado y no recibe pago alguno; es decir, el resultado de su actuar es negativo y hasta puede quedar al debe. Definitivamente es “un mal karma”

En el hinduismo, anchurosa y sincrética religiosidad de la India hoy en expansión por Occidente, Karma es la influencia de la acción individual en el pasado sobre la vida futura o reencarnaciones por venir. Esa convicción religiosa supone que la vida presente es sólo una más en una cadena de existencias (llamadas samsāra). La virtud y moralidad en una vida determina el carácter y estatus que se tendrá en la siguiente. En ese curso de reencarnaciones el alma humana puede alcanzar el nivel celestial, o degradarse incluso al nivel animal. Esa idea de Karma está en el fundamento de toda religiosidad asiática derivada o influenciada por el hinduismo; especialmente en el budismo, jainismo y sectas menores. Es interesante señalar que la idea de Karma, desde hace tiempo y de modo gradual, ha ido penetrando el mundo cristiano, subrepticia y potentemente. Hoy está en toda vía alternativa y en toda corriente que se define como opción o variante libre pensante. Sin embargo, en la más alta ortodoxia hindú, en escuelas de alta filosofía de la India y en los círculos iniciáticos de reconocidos gurúes, la idea de Karma no está tan distante de la esencia cristiana más escolástica. En todas esas, se entiende que el Karma es la acción que se desarrolla en la esfera terrena, por tanto sólo involucra a la parte material del individuo. Pero se salva el alma de toda consecuencia de la acción, si se realiza el hacer con ecuanimidad.

Ejemplo, un zapatero está todo el día haciendo zapatos, y como artesano dedicado pone toda atención y esmero a su trabajo. Resultado, hace excelentes zapatos que son apreciados y pagados como corresponde (como el ideal medieval de ora et labora). Para trabajar así, concentrado, se ha de tener el alma en paz. Porque cuando la mente está tumultuosa, los nervios enroscados, los sentimientos están revueltos y el corazón angustiado, difícilmente habrá buen proceder. Para trabajar hay que estar tranquilo. Sin embargo la vida siempre está llena de problemas; vivir es un “valle de lágrimas”. ¿Cómo hallar quietud y serenidad? En la profundidad del Ser está la paz; en el abismo quieto y silencioso del alma pura está el hogar de la abundancia y del consuelo. En la filosofía de la India se da varios nombres a esa experiencia: Brahman, Purusha, Kaivalia. Terminología técnica para definir la más apetecible experiencia humana: trascender el torbellino material y hallarse a sí mismo siendo Pura Consciencia (¡Yoga!); la perfecta comunión con el Espíritu. Cualquier cosa que se haga, o en la que alguien se ocupe, sea cocinar, diseñar, operar un computador, dictar una clase o jugar con naipes, es factible de ser hecha estando en equilibrio e imperturbabilidad. Ese es el ideal; eso es hacer bien las cosas, es obrar correcto; obrar el Bien. Es la máxima cristiana: que no sea uno mismo quien dirige las manos o mueve la boca, sino el Espíritu que vive en mí.

Karma es la acción cuyo resultado puede ser bueno o malo, según el ánimo con que fue efectuada. Entonces, ¿qué ha pasado? Hemos valorado poco al que hace una obra –al obrero; no hemos equilibrado bien trabajo, salud y descanso; quienes han laborado toda su vida hallan al final un magro fruto por tantas largas jornadas. Muchas veces se ha trabajado con engaño, maña y pillería. Lo hemos hecho mal en muchos sentidos, y por eso estamos recibiendo como paga un mal Karma.

Debemos volver a hacer las cosas fraternal y generosamente. La paz en la calles y en las plazas reinará cuando nuestra alma esté en paz, serena, en silencio en la sima abisal del Ser, desde donde todo trabajo se hace bien, y practicar (y experimentar) el Bien es trabajo cotidiano.