Jardines sanadores: Inspiradores

El poder transformador de la naturaleza no solo repercute positivamente en la salud, sino en los vínculos que se generan en las salas de espera de los centros de salud. Estudios internacionales avalan sus enormes beneficios: mejora del sistema inmune, del estado de ánimo y de la autoestima, además de disminuir la ansiedad y el estrés. En Chile hace rato que Fundación Inspira trabaja transformando áreas verdes abandonadas en jardines que, literalmente, sanan.

 Por Macarena Ríos R. / Fotografía gentileza de Verónica Novoa

 Corría el 2012 y una fundación recién constituida llegaba al Hospital del Salvador para crear una propuesta de paisajismo sin saber que se quedaría para siempre. El dolor humano, la falta de encuentros, el exceso de incertidumbre reinante no solo conmovió a las directoras de entonces, sino que las desafió a comprobar el poder de la naturaleza y llevar sus beneficios a los espacios públicos.

Con la ayuda y el apoyo de toda la comunidad hospitalaria recuperaron patios olvidados y los transformaron en una serie de jardines terapéuticos que aliviaran el día a día. Espacios de distracción y comunión con arbustos que tuvieran follaje permanente, con flores que aportaran colorido y aromas, con plantas que atrajeran aves, mariposas, chinitas y abejas. Trabajando juntos y plantando juntos.

“Fuimos creando verdaderos espacios de contención y relajación”, asegura la directora de Fundación Inspira, Verónica Novoa. “Estos proyectos se enriquecen aún más si se trabaja en comunidad, con los pacientes, con sus familias y con los trabajadores para crear lugares que alivien los miedos, las incertidumbres y las preocupaciones propias de las esperas y estadías en centros de salud”.

LUGARES DE ENCUENTRO

“Observar un jardín ayuda al cuerpo y a la mente a sanar más rápido una enfermedad”, dijo el investigador sueco, doctor Robert Ulrich, en la década de los ochenta. En esa época realizó un estudio que arrojó que los pacientes que podían ver los árboles desde la ventana, toleraban mejor el dolor y se recuperaban más rápido que aquellos cuya vista daba hacia un muro de cemento.

El contacto con la naturaleza sana. Algunos le dicen la “píldora verde”. Avalados por varios estudios científicos, los jardines sanadores en recintos médicos son una tendencia mundial al alza. ¿Los principales referentes? Canadá, Estados Unidos y Europa.

“Son muchos los beneficios al estar en contacto con un jardín”, asegura Verónica. “Caminar por un sendero lleno de flores, escuchar los pájaros nos hace más grata la vida. Disminuye el estrés, la ansiedad y el dolor. Aumentan las emociones agradables y logran una recuperación más rápida”.

¿En qué te ha ayudado a ti durante estos siete años?
A valorar más a la familia, a los amigos, a todos los que nos ayudan y se comprometen en esto, acompañándonos de distintas maneras en esta travesía, porque es muy difícil ser emprendedor social en Chile. Sentirnos apoyados ha sido vital, porque si no, es un andar muy solitario.

Verónica cree que la necesidad hace aflorar la creatividad. “Aunque no tengamos certezas, ni recursos, ni ningún filántropo que nos apoye, algo pasa en el último minuto, que es mágico. Aprendemos a confiar, a construir, a crear, a gestionar. Las sinergias se dan y la perseverancia tiene sus frutos. Naturaleza, arte y ciencia son grandes agentes de bienestar”.

En palabras del cuerpo médico del hospital, los jardines han pasado a ser sus pulmones hospitalarios, un área de calma y reflexión. “Estos espacios, abiertos e históricos, ayudan a darle certidumbre a la calma, a buscar intimidad y aire fresco para sus reflexiones y, muchas veces, oración, resignación y sabiduría a sus devotos”, escribió en su carta el doctor Manuel Ramírez, jefe de UPC del hospital, cuando les pidió que hicieran un jardín para su Unidad.

 “Hoy vemos surgir una nueva concepción de salud con un enfoque bio-psico-social, donde se incorporan los Derechos Humanos. Las personas tenemos derecho no solo a sanar (desde el punto de vista de ser “rescatados” de la enfermedad), sino también de mantenernos saludables. Desde este rol más integral de los hospitales, la naturaleza, los espacios sanadores, bellos y contenedores, contribuirán, en forma científicamente comprobada, a integrar, cuidar y aliviar lo que le toca vivir a toda la comunidad hospitalaria, junto con los procesos de resiliencia”.

HUMANIZAR LOS ESPACIOS

 Bastaron dos sillas de mimbre con cojines bonitos, una banca con una colchoneta forrada, algunos cuadros, plantas, revistas y una mesa de centro con flores que le llevó una amiga, para que todo el entorno de la sala de espera del sector de Rayos en el Hospital del Salvador cambiara. “¡Fue tan abrumador evidenciar el cambio! Los pacientes descubrieron que detrás del vidrio que siempre estuvo, había un jardín. Es tal la negación, la rabia y enojo de las largas esperas que no lo ven”, explica Verónica.

¿Y qué pasa hoy en día?
En este espacio nuevo, comenzaron a conversar entre sí. Dejaron de lado el celular y comenzaron a leer. Efectivamente bajó el umbral del dolor y de la ansiedad, esperaron con más paciencia y se quejaron menos. Incluso he podido escuchar: “mamá, ¡mira qué lindos están los lirios morados!”.

Hoy, siete años después, han recuperado trece jardines sanadores y un rincón amable en cuatro hospitales y dos centros de salud pública, y la lista de espera sobrepasa los cuarenta centros de salud. Los beneficios están más que comprobados: mejora el estado de ánimo y el sistema inmune, alivia la depresión, reduce el estrés, disminuye la ansiedad y el ritmo cardiaco. Para los expertos, la naturaleza nos vuelve a nuestro estado de equilibrio. Nos conectamos con el viento que mece los árboles, con el canto de los pájaros, la luz, la tranquilidad, los olores. Como asegura Verónica: “Trabajar con la tierra es un privilegio”.