La poderosa muerte

Por Marcelo Contreras

MINDHUNTER II. NETFLIX

Provocó impacto cuando Rescatando al soldado Ryan (1998), de Steven Spielberg, mostró una dimensión que rara vez la cinematografía estadounidense revelaba: el pavor del soldado en el campo de batalla, la vulnerabilidad ante el horror de una matanza, el ser humano luchando por sobrevivir antes que la encarnación de una máquina asesina. La segunda temporada de Mindhunter subraya algo similar: los efectos psíquicos que provoca a los agentes del FBI Holden Ford (Jonathan Groff) y Bill Tench (Holt McCallany) su peculiar trabajo que indaga en la mente de asesinos en serie mediante intensas entrevistas personales para obtener pistas sobre nuevos casos. Ninguno sale indemne. Por décadas fuimos criados con series donde los policías eran interpretados como seres infranqueables, duros y predispuestos a golpes, balazos y persecuciones, modelo impuesto desde el cine con la saga Harry el sucio y extensivo en televisión hasta CSI. Si bien la serie respeta ciertos aspectos de esa imaginería —el trabajo investigativo como una labor oscura e intensa—, dota de humanidad a los personajes y muestra el daño colateral de una labor sórdida.

Ese ángulo complementa lo central de Mindhunter: cómo hace cuarenta años la policía estadounidense inició un proceso audaz que implicó superar anquilosados modus operandi investigativos, y ampliar su mirada y métodos para resolver casos de gran complejidad como los asesinatos en serie.

Si es o no el mejor drama de 2019, tal como se dijo hace unos meses de Chernobyl, da un poco lo mismo. David Fincher (The social network), uno de sus productores junto a la actriz Charlize Theron, dirige los tres primeros episodios con mano cinematográfica. Es el mejor arranque posible.