Instaurados por la periodista Aulikki Pollak, estos recorridos culturales e históricos ya cumplieron tres años. “No hay mejor manera de conocer una ciudad que caminarla. Y caminar por Limache es una suerte de inspiración, sobre todo cuando te das cuenta de las personas que pensaron la ciudad hace 170 años, en los albores de la independencia de Chile”.

Por Macarena Ríos R./ fotografías Andrea Barceló

La mejor forma de conocer una ciudad es a pie. Sin prisa. Eso es lo que ha hecho Aulikki desde que llegó a vivir a Limache hace algunos años. Caminarlo, recorrerlo, saborear cada rincón. Un día se le ocurrió invitar a un grupo, y contar algunos hitos de la ciudad, como por ejemplo que San Francisco de Limache fue la primera ciudad-jardín de Chile, que las secuoyas milenarias que descansan en el Restorán Ferienheim fueron traídas desde Europa en barco o que en esa ciudad vivieron el pintor Juan Francisco González y el escritor Víctor Domingo Silva, autor de Golondrinas de invierno.

Cada primer domingo del mes, Aulikki se aventura en un recorrido que incluye diversas historias y antiguas casonas. Como el Torreón Garaventa de calle República, el hospital Santo Tomás o el Fundo Urmeneta, flanqueado por encinas, palmas y araucarias. Lugares plenos de tradiciones, cuya visita va develando la historia que hay detrás.

“A través de estas caminatas busco poner en valor el patrimonio urbano y cultural de la ciudad”, cuenta Aulikki. “Que la gente sepa que este fue un proyecto urbanístico impulsado por Ramón De la Cerda en 1857, quien fiel a su espíritu progresista, le pidió al ingeniero catalán, Ricardo Caruana, que lo diseñara”, explica. “Junto con Ramón De la Cerda, el matrimonio Urmeneta Quiroga fueron los gestores del diseño de San Francisco de Limache, el primer referente de ciudad-jardín en Chile”.

Proyectado en 1856, San Francisco de Limache es un modelo de ciudad que incorpora toda esta visión de ciudad verde, sustentable, a escala humana, que sigue el postulado del periodista Howard Ebenezer, autor de La ciudad jardín del mañana. “Eso es un valor urbanístico patrimonial, que solo se puede disfrutar caminándolo. A diferencia de las ciudades coloniales españolas en forma de damero, muestra un trazado lineal y una innovación de integración de la naturaleza con lo urbano, influenciado por las corrientes médicas de Europa y las ciudades jardín de la época”.

Aulikki persigue el rescate patrimonial. “Me aventuré a combinar las caminatas por la ciudad, que me encantan, y mi pasión por la cultura”, comenta sobre esta iniciativa que ya tiene página web: www.caminatasenlimache.cl

Cada domingo se van sumando distintas personas que constituyen un gran aporte al recorrido como Luis Álvarez, director del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y el hijo de Agustín Garaventa.  El público es variopinto y de todas las edades. Familias con niños, gente de la tercera edad, incluso personas con silla de ruedas, porque al ser una ciudad plana, facilita la movilización.


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Tomás Urmeneta junto a su señora, Carmen Quiroga, no solo donaron a la ciudad de Limache el terreno donde se erigió el Hospital  Santo Tomás, sino que compraron todos los insumos para su puesta en marcha, desde el instrumental médico y las medicinas, hasta los muebles hospitalarios. Además mandaron traer especialmente desde Francia, un órgano para la capilla que se construyó a un costado del recinto hospitalario.

El Torreón Garaventa, fue parte de la casa del reconocido botánico y precursor del Parque Nacional La Campana, Agustín Garaventa Hirtz. Construido en 1906 por el arquitecto Horacio Dublé, tiene un gran valor patrimonial.

El Parque Brasil tiene dimensiones de parque, es seis veces más grande que la Plaza de Armas en Santiago.

Los terratenientes, siempre mirando a Europa, quisieron también que sus casas tuvieran parques. Invitaron entonces a paisajistas y botánicos, quienes trajeron árboles como las milenarias secuoyas.

Muy cerca de la Casa de la Cultura vivió el pintor Juan Francisco González. Los años que pasó en Limache fueron sindicados como  la mejor producción pictórica.

Antigua entrada al Fundo Urmeneta, flanqueado por encinas, palmas y araucarias. En su época tenía plantaciones de granos y vides traídas desde Bordeos, Francia. Era común tener parrones en las casas y hacer sus propios vinos.