Josefina Muñoz Cooper: Doña Jose

cantautora

Después de siete años con su banda Doña Jose, esta cantautora viñamarina decidió incursionar en otras disciplinas como el aerial yoga. Y aunque sigue cantando cada sábado en Valparaíso y volvería a elegir la música una y otra vez, decidió darse una pausa, escucharse y encontrar su propia voz en otras expresiones. “El aerial yoga me ancla al presente y me hace disfrutar el momento y las cosas simples de la vida”.

Por Macarena Ríos R. /  Fotografía Mariela Sotomayor G.

Tiene treinta y siete años, un hijo y la música pegada a la piel. “Desde los once años supe que sería músico, así de simple. Siempre fue la música y el teatro”, dice desde su casa, en Jardín del Mar. Alegre y relajada, comenta que toda su carrera artística ha transcurrido en septenios. “Durante siete años estuve en una banda llamada Al otro pueblo; siete años en la compañía de teatro La cachiporra y siete más en Doña Jose”.

¿Qué pasó con la banda?
Fueron siete años increíbles, pero algo pasó con la adrenalina arriba del escenario. En vez de disfrutarlo, estaba todo el rato con un nudo en la guata. No sé si fue pánico escénico o qué, pero no estaba viviendo la música y me di cuenta de que había otros horizontes.

Durante el verano tuvieron sus últimas presentaciones antes de disolverse como grupo. “Dimos tres conciertos, lo pasamos increíble, pero siento que es algo que ya pasó, que cumplimos un ciclo. Hicimos un EP, lanzamos un disco súper bonito, pero la época de la “trova bailable”, como le decíamos, ya pasó”.

La voz de Josefina es poderosa. Y aunque es su gran carta de presentación, hoy la mueve mucho enseñar a cantar y hacer clases de guitarra, piano, viola y ukelele, que son los instrumentos que de una u otra forma la han acompañado a lo largo de su vida. “Después de estudiar Música en la PUCV, me fui a Santiago a tomar clases de canto con Fernanda Carrasco, la vocalista de La mano ajena. Me sirvió muchísimo. En la universidad había un ramo que se llamaba Técnica Vocal, pero como tenía nódulos, me mandaron al fonoaudiólogo. Durante un año hice un taller con Francesca Ancarola y fue ella quien me recomendó tomar una buena profesora, porque lo más probable es que esos nódulos fueran por algo emocional. Y así fue. Estuve tres años en clases de canto con Fernanda y desaparecieron los nódulos”.

¿Sigues cantando?
Todos los sábados canto en el Café Turri y me encanta. Para mí es súper importante tocar con amigos.

¿Quiénes son tus referentes?
Antes me gustaban mucho Juana Fé, Julieta Venegas, María Rita y Natalia Lafourcade.

¿Y ahora?
¿Sabes lo que me pasa? Que dejé de mirar referentes. Ahora escucho harto jazz, o chillout.

¿Cómo saber si uno tiene aptitudes para el canto?
Cualquiera puede educar su voz y cantar. Ahora, hay personas que tienen un timbre de voz especial, con un registro más amplio. Es lo que llaman el “metal” de tu voz, que es el registro donde está vibrando la voz.

¿La voz se cuida?
Sí, pero cuando logras entender la técnica, es muy difícil que se dañe.

¿Qué consejos das en tus clases de canto?
Lo primero que les digo a los niños es que tienen que amar su voz. Me pasa mucho que siempre quieren cantar como tal o cual cantante, y está bien admirar a otros, pero hay que tener cuidado en no caer en la imitación. Debes encontrar tu propia voz.

¿Qué es lo positivo de tomar clases de canto o teatro?
El expresar, el tener un medio para sacar todo lo que tienes dentro, para cultivar la personalidad. El otro día una alumna me dijo que lo que más amaba del teatro es que por un ratito era otra persona.

¿Qué es la música para ti?
Es compañera, es enseñanza.

¿Cómo ves la industria nacional?
Hay hartas propuestas entretenidas. Encuentro único el estilo de Camila Gallardo, también me gusta Denisse Rosenthal.

¿Te gustaría volver a componer?
Por el momento no me siento inspirada y respeto eso. Estoy en paz con mi silencio, porque ya me ha pasado en otras etapas de mi vida.

AERIAL YOGA

Cada semana Josefina llega al tercer piso del Café Journal para practicar aerial yoga, un tipo de yoga moderno que combina posturas de yoga, pilates y danza contemporánea, con el uso de una hamaca. La directora y profesora de la Escuela AY7 se llama Daniela Cortés y recientemente se asoció con OM Factory, una escuela de flightschool en Nueva York, para obtener el proceso de acreditación en Chile. “Es la primera vez que se hará acá y eso me tiene feliz, porque podré tener la validación como profesora de nivel avanzado”.

¿Cómo fue que llegaste al aerial yoga?
Por una necesidad personal. Toda mi vida supe que la música sería mi ancla, pero ya con el tiempo comencé a cuestionarme cuántas cosas había dejado de lado. Pienso que dedicarle un poco de tiempo a varias disciplinas a la vez, genera una suerte de armonía en tu vida y el aerial yoga es una herramienta más para ayudarme a mí misma y a los demás.

¿Cuáles son los beneficios de esta disciplina?
Tiene todos los beneficios del yoga: meditación, coordinación y elongación, en donde el equilibrio es clave. La conexión que se genera contigo misma es impresionante y eso me bajó mucho la ansiedad y me conectó con mi amor por la música de mis diecisiete años. Fue muy rico volver a eso, volver a vincularme con la música, volver a tener un romance con ella.

En el jardín de su casa, Josefina hizo su propia estructura de aerial yoga, donde se cuelga y practica cada vez que puede. “Estar colgada me libera, me relaja, me desestreza”.

¿No es muy difícil?
Todos mis profesores  me han dicho que para aprender algo tienes que volver a ser niño, como si tuvieras tres años, porque los niños no se cuestionan nada, no tienen prejuicios, no tienen límites. Cuando dejas de lado los límites mentales, son increíbles las cosas que puedes lograr.

¿Qué te inspira?
En estos momentos me inspira el crear secuencias de aerial yoga en coordinación con la música, me inspira el lado de la danza asociada a esta disciplina, porque mi sueño frustrado es haber aprendido ballet o danza contemporánea. Y esto ha llenado esa curiosidad.