OXFORD: Una historia sobre ruedas

Rodrigo Burgos, presidente de OXFORD

Han pasado sesenta y cinco años desde que su abuelo fundara Oxford en Arica, pero el entusiasmo por las bicicletas no decae. En una industria dinámica y cambiante, han sabido no solo mantener el negocio familiar, sino que hacerlo crecer y expandirse. Aquí, las claves para una marca que marcha sobre ruedas.

Por María Jesús Sáinz N. / Fotografías Andrea Barceló A.

Rodrigo Burgos creció junto sus hermanos y primos arreglando bicicletas o trabajando en la tienda de su papá. Dice que siempre en su infancia y juventud hubo alguna relación con este negocio familiar. Tanto, que ha perdurado por más de sesenta años y hoy, desde Miami, donde vive junto a su familia, conduce una empresa emblemática en Chile que quiere ser “agente de bien” —como le gusta decir— para el país.

La historia es así. Su abuelo, Julián Burgos, su tío abuelo, Guillermo, su padre Julián y su tío Ricardo, fundaron una fábrica de bicicletas en Arica. Corría el año 1954 y esta familia de talquinos llegaba al norte entusiasmada con la iniciativa del gobierno de Carlos Ibáñez de crear una zona franca industrial.

Fue su abuelo el más apasionado por el ciclismo, pero fue su padre quien trajo la idea de fabricar bicicletas desde Saint-Étienne, ciudad a la que había ido a aprender francés. Como siempre había querido estudiar en Oxford, le puso ese nombre a sus creaciones; el nombre de un sueño.

¿Cuál era el contexto de la industria en esa época?
Por aquel entonces, la economía era bastante cerrada. Importar era muy caro y se fomentaba la industria nacional. Eso duró hasta los setenta, cuando se generaron cambios estructurales fuertes en el país y ahí lo interesante, desde la perspectiva de la historia empresarial, es haber sabido moverse y subsistir. Luego, cuando se aplica el modelo de apertura, Oxford tuvo que reaccionar a eso y comenzar a importar, pero sin abandonar su planta de armado.

¿Siempre en familia?
Al poco tiempo de fundada la fábrica de Arica, se desprenden de la sociedad mi abuelo, mi tío y mi tío abuelo, y mi papá se asocia con otra gente. Pero sí, siempre en manos de la misma familia.

¿Fundamentalmente de tu padre?
Sí. Mi papá era un empresario muy de su negocio, de leer entre líneas, con mucha claridad. Siempre dijo que más que ser inteligente hay que ser trabajador, y desde los diez años yo empecé como ayudante de mecánico en la tienda que todavía tenemos en Manuel Montt, muy cerca de donde vivíamos. Siempre hubo ese vínculo con la empresa y después, ya estudiando Ingeniería Comercial, me involucré más en el negocio

Sin embargo su propia relación con la empresa no ha sido ininterrumpida. Rodrigo decidió hacer su vida en Estados Unidos, donde llevó una destacada carrera en la firma de tarjetas de crédito Visa. Mientras vivía en Miami, la administración de  Oxford la llevaba su papá, su cuñado y luego su hermano.

“Fue una pausa grande de doce años de estar fuera y muy metido en Visa. Reingresé en el 2015 y decidimos contratar a un asesor de empresas familiares que nos ayudó en un proceso de rayado de cancha, de entender qué es lo familiar y qué es el negocio, de estructurar una fórmula de gobernabilidad donde establecimos un directorio del cual soy presidente desde marzo de 2016”.

¿Y cuál crees que ha sido tu aporte?
Mi aporte fue disciplinar algo que venía caminando con mucha pasión, ganas, atención a los detalles, a la calidad, con mucha preocupación por la gente, que eso nunca se ha perdido —son valores que continúan—, pero entendiendo que el clima y el entorno competitivo de Chile han cambiado significativamente.

¿En qué sentido?
Hoy ves en Chile bicicletas y marcas de todo el mundo. Eso nos llevó a otro cambio que tuvo que hacer mi papá de abrirse un poco, de seguir ensamblando en el país, pero empezando a importar de todo el mundo, viajando a Japón primero, en una asociación con Miyata, y luego a Taiwán y China, donde se trasladó la industria de la bicicleta.

LA NUEVA BICICLETA

Hoy la empresa tiene presencia en Chile y Perú, tiendas en Santiago y regiones, venta en retail e internet, una oferta variada en precios y prestaciones, una nueva y renovada imagen de marca y hasta una línea de bicicletas estáticas. Una diversificación que parece necesaria en una industria que ha resignificado el rol de la bicicleta en la sociedad, en la movilidad urbana, en su aporte a la ecología, al deporte y a la salud; y que enfrenta cambios y desafíos a diario.

¿Qué rol está cumpliendo la bicicleta hoy?
En general vivimos en un momento único y muy interesante. Desde 2010, el uso de la bicicleta en Chile ha explotado. En Perú, que es otro mercado donde participamos muy activamente, esto está por ocurrir en cualquier momento. La congestión es espantosa y la calidad de vida que uno tiene movilizándose en bicicleta es espectacular.

¿Cuáles son los beneficios de la bicicleta?
Son enormes desde todo punto de vista. De lo más coloquial hasta lo macrosocial. Por ejemplo, la civilidad que se produce al andar en bici, el ver cara a cara a los conciudadanos, el cómo puedes ver la ciudad de otra manera y darte cuenta de tantas cosa que no notas cuando pasas en auto, hasta cómo baja el costo de la salud pública. Y eso solo si hablamos de ciclismo urbano y de transporte.

¿Y en el deporte?
El ciclismo recreativo y de deporte también ha tenido un crecimiento increíble. Ves parques de competición de mountain bike por todos lados, en Santiago hay grupos de ruta impresionantes. También tenemos deportistas figurando internacionalmente. Es muy bueno que eso esté pasando. Evidentemente para uno es fácil decirlo porque está metido en la industria, pero me refiero a que es bueno para el país y para el mundo.

Rodrigo, desde Miami, hace trabajo a distancia y viaja mensualmente a Chile. A su juicio, estar lejos le ha permitido tener una mirada un poco más global. “Ha sido una ventaja tener la perspectiva de vivir afuera, ver las cosas con otros ojos y valorar lo que en Chile no se valora”.

¿Cómo qué?
Siempre le digo a los colaboradores que estamos en un mercado lleno de oportunidades con la bicicleta, que es nuestro principal producto, pero también con los equipos de fitness que tenemos muy en línea con la salud, con ser agentes de bien y con aportar a la sociedad en el combate contra la obesidad y a favor de que las personas se mantengan activas haciendo ejercicio.

¿Cuáles son los desafíos de hoy?
A nivel de los mercados estamos teniendo tremendas oportunidades, pero evidentemente con las oportunidades vienen los desafíos de mayor competencia; pero la competencia es buena, te hace progresar y así lo entendemos y estamos muy bien parados para hacerlo.

¿Cómo han logrado ser competitivos en este contexto?
La línea de montaña que estamos lanzando ahora es súper potente. En cada modelo y en cada punto de precio le gana a las principales marcas extranjeras. La clave es que se diseñan pensando en la realidad local. Los cerros de Chile son más fuertes que los cerros de cualquier otro sitio, y las ciudades también tienen sus características únicas, y su forma de andar. Entonces la clave está en un modelo que incorpora las tendencias internacionales y las adapta a las realidades locales.

ENTRE LA LÓGICA Y EL ROMANTICISMO

Si bien la mayoría de los productos que venden los importan, Rodrigo explica que nunca han querido dejar parte de su producción local y han mantenido la planta en Arica. “Todavía seguimos ensamblando; eso es interesante, pues es la parte idealista de empresarios que nos quedó del papá. Todavía seguimos manteniendo un proceso de ensamblado para algunas de las bicicletas que vendemos en Chile y Perú”

¿Por qué lo hacen?
El mercado nos ha empujado a importar y así lo hacemos mayoritariamente, pero hay también razones para ensamblar en Chile, que son estratégicas y también románticas. Hay una razón lógica de negocio, de decir que no queremos deshacernos de todo el proceso de armado, porque nos da cierta flexibilidad, y ante algún entorno como el que está ocurriendo por ejemplo en Estados Unidos, que ya ha pasado en Europa y que probablemente se empiece a extender a otros países, que van entendiendo que China está abusando del sistema comercial global, puede pasar que se empiecen a poner más aranceles a las importaciones, y entonces ahí estaremos manteniendo cierta capacidad de armado local.

¿Y cómo es el proceso de importación?
Importamos mucho desde Japón, Taiwán y China, de las mismas fábricas que compran las marcas internacionales que uno ve por la calle normalmente. Diseñamos y mandamos a producir modelos de acuerdo a un presupuesto, a una necesidad del consumidor, y a las características del entorno donde se van a mover las bicicletas. Nuestra ventaja, que los propios consumidores han comenzado a valorar, es que por la misma plata compras un mejor producto, porque hay menos intermediarios.

¿Cuáles son sus proyecciones?
En el futuro vamos a seguir con mucho de lo que estamos haciendo hoy: fortalecer las tiendas, remodelar las que tenemos, tener un amplio rango de precios y de diversificación de productos, expandir la distribución de nuestras bicicletas y mantener fuertemente la presencia en el retail masivo, porque de todos modos tiene un rol importante, permite acceso, difusión y la comodidad de comprar por internet, a pesar de que nosotros también lo hacemos y bastante bien.

¿Piensan seguir expandiéndose a otros mercados?
En Perú queremos hacer lo mismo. Abrimos una tienda en marzo de este año y pensamos expandirnos. La idea es ir desarrollando nuevas líneas de productos. Queremos tener una oferta más contundente en ruta, que estamos al debe y seguir avanzando en agrandar la oferta en transporte, mountain bike, recreación, infantil y productos para el hogar.

 

“Vivimos en un momento único y muy interesante. Desde 2010, el uso de la bicicleta en Chile ha explotado. En Perú, que es otro mercado donde participamos muy activamente, esto está por ocurrir en cualquier momento”.

“Los beneficios de la bicicleta son enormes desde todo punto de vista. De lo más coloquial hasta lo macrosocial. La civilidad que se produce al andar en bici, el ver cara a cara a los conciudadanos, el cómo puedes ver la ciudad de otra manera y darte cuenta de tantas cosa que no ves cuando pasas en auto, hasta cómo baja el costo de la salud pública”.