Viña El Escorial: Vinos de Altura

Rodrigo Espinosa

A 1.600 metros de altura del nivel del mar, se encuentra parte del viñedo de Viña El Escorial de Panquehue. El terroir más alto de la Región de Valparaíso y el tercero de Chile. Vinos con identidad y una gran variedad de cepas entre los que destacan su Syrah-Malbec y Late Harvest. 

Por María Inés Manzo C. Fotografía Teresa Lamas G. y gentileza de Viña El Escorial 

El Valle del Aconcagua tiene tradición vinícola y bien lo sabe Rodrigo Espinosa Carey, dueño de Viña El Escorial, quien rescató el antiguo oficio de su familia que comenzó, en 1880, en la comuna de Panquehue (a una hora de Santiago y a cinco minutos de la ciudad de San Felipe). “Esta es la segunda viña más antigua del Aconcagua, que llegó a tener ciento treinta hectáreas, llamada en esa época como Hacienda El Escorial de Panquehue. Era tan famosa que incluso apareció en el libro Chile, Land and Society de George McCutchen (1936). En 1925, mi abuelo, Santiago Carey, que era empresario e irlandés, también plantó frutales y hortalizas para hacer una conservera bajo el mismo nombre. Estuvo funcionando casi veinticinco años, hasta que falleció, pero luego mis tíos no pudieron continuar el negocio. Ya en 1988 se dividieron los terrenos entre la familia y se involucraron mis padres. No fue hasta hace veintiún años atrás que los retomamos, pero sólo quedaban terrenos de alfalfa”.

¿Cuándo rescataron el viñedo?
Soy agricultor y siempre trabajé con hortalizas. Mi último negocio fue un vivero de parras injertadas que vendía a otros agricultores, pero no podía sacarme de la cabeza los vinos, porque aquí no quedaba ninguna parra vinífera. El 2009 nos pusimos en marcha, primero como una viña garaje y hoy boutique. Comenzamos plantando media hectárea, luego media el 2011 y otra el 2012. En ese entonces vendíamos de dos mil a cuatro mil botellas, entre los amigos, y el 2017 abrimos oficialmente. Ahora, ya sacamos entre doce mil a quince mil botellas al año. Nuestro negocio es el enoturismo, por eso tenemos una sala de ventas con un centro de eventos y una cava subterránea donde pueden encontrar más de doce cepas, varietales y ensamblajes.

¿Hoy sigue siendo una viña familiar?
Sí, hoy trabajo con mi señora Cristina, y de mis tres hijos el más interesado es el menor, de catorce años, que en un futuro sueña con ser enólogo. Para mí es un gran orgullo que se pueda seguir este legado cuando yo no esté.

CORNISA

“Nuestros vinos van desde las cepas más tradicionales como Cabernet Sauvignon, Carmenere, Syrah, Malbec, hasta algunas menos conocidas como Cabernet Franc, Petite Sirah, Petit Verdot, Zinfandel, Sangiovese, entre otras. Pero uno de nuestros grandes atractivos es el Late Harvest de uva muscat y el vino de altura que bautizamos como “Cornisa” —producido a 1.600 metros de altitud, camino a Portillo—. En Chile sólo hay otros dos vinos de montaña y son totalmente diferentes en sabor y aroma”.

¿Cómo nace la idea de hacer vinos en altura?
La verdad no es algo que yo haya inventado, pues esta es una idea en la que me inspiré en un viñedo italiano. Mi papá siempre me decía que teníamos que diferenciarnos, así que como toda la vida hicimos montañismo se nos ocurrió ir a buscar terrenos hacia la cordillera. Siempre me llamó la atención y me entusiasmó tener un viñedo extremo. Tres años después de plantar en los terrenos de abajo, en 2012, lo hicimos arriba. Son unas cuatro hectáreas, de las cuales ya tenemos lista una, y que iremos plantando de a poco.

¿Qué especies plantaron?
Probamos con seis cepas y vimos con cuáles se daban. Así nos quedamos con el Syrah-Malbec, nuestro vino insignia (en proporción 60% 40%) y el Pinot Noir, que es muy extraño en el Valle del Aconcagua, porque se da sólo en Casablanca o en la costa. Las uvas luego son cosechadas de forma manual, maceradas en frío y fermentadas en estanques de acero inoxidable con temperatura controlada.

¿Cómo es el acceso?
Este viñedo está en Cajón Río Colorado y es muy difícil acceder; es un camino privado de siete kilómetros que tiene cortes a pique de 120 metros. Fue un trabajo titánico cercar la periferia con alambrado. Es el tercer terroir más alto de Chile, pero también el más agreste. Por eso a esos vinos los denominamos Cornisa, pues representan la montaña y su riesgo.

¿Necesitaron ayuda para el financiamiento?
Sí, tuvimos el apoyo fundamental de CORFO V Región. Ellos creyeron en nosotros y desde el comienzo fue planteado como un proyecto de riesgo, donde nos aportaron con la mitad del financiamiento. Teníamos que probar, aunque se muriera todo en el camino.

¿De qué manera las protegen?
La verdad es muy difícil cuidar y controlar, porque si bien no tenemos enfermedades nuestros grandes enemigos son las vacas, zorros y pájaros.  Esta es la única fuente de azúcar y comida que tienen en el camino, no hay nada más. Por otro lado, nuestras parras se diferencian porque lograron aclimatarse solas a las bajas temperaturas. Muchas personas no nos creen, pero incluso cuando está todo nevado en octubre han brotado algunas, ya que han retrasado su ciclo biológico natural. Esta aclimatación progresiva se logra después de cinco a siete años en terreno.

¿Cómo controlan las heladas?
Tengo la idea de no intervenir, aunque sé instalar los sistemas, por eso hasta el momento lo estamos haciendo a la antigua, a base de fardos de paja, troncos y fuego, así sobreviven, mientras todas las parras se adaptan. El 2016 nos helamos, nos pillaron cuatro grados bajo cero y sólo las parras antiguas se salvaron. El 2017 volvió a ocurrir, con lluvia y nieve por cuatro días, pero logramos levantar la temperatura con ocho fogones.

¿Trabajan con un enólogo?
Sí, el equipo está liderado por dos enólogos, Víctor Vargas y Verena Mardones, quienes han trabajado en poner su sello personal a la viña, siguiendo los más altos estándares de calidad en cada etapa del proceso.

¿La idea es llevar turistas?
Así es, que vivan la experiencia completa de la aventura, que hagan trekking y prueben los vinos en la misma viña. Para eso nos estamos preparando con muchas sorpresas. La ruta será Santiago, Río Colorado, Panquehue (para ir a la cava de guarda), Santiago.

RECONOCIMIENTOS

Hasta la fecha, los reconocimientos de Viña El Escorial no son pocos y han llamado la atención de los entendidos del vino a nivel nacional e internacional, por ejemplo, en la CAV (Club de Amantes del Vino) como parte de los descubrimientos vitivinícolas del 2018; el Chile Report de Tim Atkin o la revista inglesa Decanter donde Alistair Coopper MW los escogió, el 2017, como uno de los diez terroir más extremos de Sudamérica.

También Vinos Cordillera —evento que selecciona doce vinos chilenos y doce argentinos, de la mano de la periodista especializada Mariana Martínez— los nombró como vino revelación con Cornisa y fueron reconocidos por su Syrah/Malbec. “Cornisa también sacó doble medalla de oro en un concurso de Australia, donde se seleccionaban los cien mejores vinos por país de Sudáfrica, Estados Unidos (California), Chile, Canadá, Nueva Zelanda y Australia. En esa ocasión recibimos doble medalla de oro por Cornisa y Late Harvest logró el reconocimiento de los jueces”.

Ustedes son parte de la Ruta del Vino del Valle del Aconcagua…
Sí, eso es muy importante para nosotros. A comienzos de abril celebramos nuestra primera fiesta de la vendimia en Panquehue y fornamos una alianza con Ferrocarriles del Estado, trayendo en conjunto el Tren del Recuerdo desde Santiago a Llay-Llay. Además ya llevamos dos viajes con el Tren del Vino de Los Andes a la Cordillera. Somos siete viñas asociadas y esperamos captar dos más.

¿Dónde se pueden encontrar sus vinos?
Estamos abriéndonos del mercado local, ya tenemos puntos de venta en Viña del Mar y nos pueden encontrar en el wine bar Bocanáriz del Barrio Lastarria en Santiago. También el Hotel Cumbres y desde hace tres años estamos en The Singular Patagonia, pues nuestro Late Harvest es el vino clásico de las expediciones, porque tiene muchas calorías y combina perfecto con el queso azul.

¿Exportan?
Estamos recién en ese proceso para internacionalizarnos. Por eso este año se incorporó Ronald Thompson en la parte gerencial para entrar a una nueva etapa de posicionamiento en el mercado. Estamos apuntando a la producción con innovación y la comercialización en algunos países. Acabamos de cerrar un acuerdo con el gigante asiático H.I.S (y su presidente Hideos Somawa), el más grande en el mundo con agencias de viajes y hoteles en todo el mundo. La idea es que nuestra viña se encuentre en sus noventa filiales y el convenio contempla que también puedan venir a visitarnos a Chile.

¿Qué otros proyectos tienen?
Nuestra idea es incorporar en el enoturismo la inclusión y la tercera edad. Además, estamos proyectando en nuestros terrenos un pequeño hotel del vino, que ya está aprobado. Estamos creciendo, pero queremos hacerlo de la mejor manera posible.

«Uno de nuestros grandes atractivos es el Late Harvest de uva muscat y el vino de altura que bautizamos como Cornisa, producido a 1.600 metros de altitud, camino a Portillo. En Chile sólo hay otros dos vinos de montaña y son totalmente diferentes en sabor y aroma”.

«Nuestra idea es incorporar en el enoturismo la inclusión y la tercera edad. Además, estamos proyectando en nuestros terrenos un pequeño hotel del vino, que ya está aprobado”.