Pasión, muerte y resurrección

Por Marcelo Contreras

MUÑECA RUSA. NETFLIX.

 Nadia Vulvokov celebra sus treinta y seis años en una fiesta súper cool organizada por una amiga en un departamento de Nueva York. Está en el baño mientras observa su imagen en el espejo dispuesta a pasar la noche con todo. Conoce a un tipo, se marchan, paf, muere atropellada. Despierta y nuevamente figura en el baño de su cumpleaños. Rato más tarde muere otra vez y reaparece en idénticas circunstancias con el viejo éxito de 1971 Gotta get up de Harry Nilsson como fondo. Nadia pierde la vida incontables veces en trágicos accidentes para revivir en el mismo lugar. A ratos cree que está loca, otras veces sospecha de las drogas. Parece perdida para comprender el bucle en que se ha convertido su tránsito terrenal, repetido incesantemente, hasta que conoce a Alan, un joven maniático con el corazón hecho trizas porque su novia lo engaña. Él también muere y resucita sin explicación.

Protagonizada por Natasha Lyonne (American Pie, Orange is the new black) y con guion de su autoría junto a Leslye Headland y Amy Poehler, Muñeca rusa es más que un tributo afortunado a El día de la marmota (1993) y la suerte siniestra de Kenny en South Park, sino un torbellino existencial en medio de una comedia negra presentada con exquisito balance.

Lyonne personifica a Nadia con una mezcla de la personalidad insolente de Mae West y la modulación de Al Pacino, expresada en una voz como lija producto del tabaquismo. Su desparpajo e incorrección es puro carisma en una trama que juega con la idea siempre seductora sobre regresar en el tiempo y tomar otras decisiones con consecuencias insospechadas. Ocho capítulos precisos de apenas veinticinco minutos que dejan con hambre de una segunda temporada.