Eliana Busch, nadadora: Volver a nadar, volver a ganar

Tenía nueve años cuando empezó a nadar. Fue multicampeona, plusmarquista e integrante de la delegación chilena que participó en los primeros Juegos Panamericanos de 1951 en Buenos Aires. Un día dejó las brazadas y se convirtió en una destacada amazona. Cuando con ochenta años se fracturó la clavícula, brazo y costillas, decidió abandonar el mundo ecuestre. De regreso en el deporte que adora, acaba de colgarse tres medallas de oro en el Panamericano Máster de Orlando, y romper dos récords continentales. Esta es la historia de Eliana Busch, una mujer que desde el deporte intenta empoderar a la tercera edad.  

Por Germán Gautier V. / Fotografías Mariela Sotomayor y gentileza Eliana Busch

A diez minutos del centro de Orlando, Florida, tomando la interestatal 4 hacia el sur, se encuentra el Rosen YMCA Aquatic Center, donde se efectuó el Campeonato Panamericano de Natación Máster. Muy cerca está el famoso parque de atracciones SeaWorld. Con una temperatura que promedia los treinta grados y una humedad por encima del setenta por ciento, las condiciones son espectaculares para que turistas se empapen con los saltos de orcas y delfines.

Pero el viaje de Eliana no fue de placer. La nadadora llegó a Estados Unidos acompañada de su hijo —Mario Fuentes Busch— con un objetivo: dejar su nombre, el de su club, Deportivo Hahave, y el de Chile en lo alto del podio. Lo consiguió con creces: obtuvo medallas en las cinco pruebas que disputó (tres de oro, una de plata y una de bronce); y en los 200 metros combinados y los 400 metros libres pulverizó el récord panamericano.

En su primera prueba de los 800 metros libres tuvo que adaptarse al asfixiante calor que reinaba en el recinto deportivo. Eliana sentía que estaba en “un baño turco”, y aunque no tuvo problemas en derrotar a la gran nadadora estadounidense, Martha Henderson, y a la argentina Irma Aenlle, con un tiempo de 19 minutos, 39 segundos y 28 centésimas, notó que su récord nacional logrado en el sudamericano de Arica (18:32.23) le quedaba lejos.

Hubo, quizás, un golpe motivacional cuando la noticia de la medalla de oro se esparció por los portales de noticias y redes sociales. El Comité Olímpico, a través de su cuenta Team Chile, la mostraba en traje de baño azul aferrada a la bandera, y de esa forma inició una escalada por saber quién era esta mujer que, en septiembre, cumplirá ochenta y cuatro años.

Vino el bronce en los 200 metros espalda (4:53.49) y la plata en los 200 metros pecho (5:38.91). Entre tanto, las radios nacionales hacían contactos telefónicos y se turnaban para sacarle palabras. ¿Cuándo comenzó a nadar?, ¿cuáles son sus hábitos alimenticios?, ¿quién la financia?, ¿dónde entrena?

Remató el Panamericano en un nivel superlativo. Los 200 metros combinados los completó en 5 minutos, 10 segundos y 99 centésimas, más de un minuto por debajo del récord continental que ostentaba la argentina Elena Pacci. Y en los 400 metros libres frenó el reloj en 9:17.48, bajando en casi dos minutos el récord vigente desde 2011.

LEVANTAR LA VOZ

Si bien es una deportista amateur, paradójicamente son muchos los ojos que se posan sobre Eliana. Es una persona que rompe esquemas y que, desde su trinchera deportiva, cuestiona lo que comúnmente se entiende por tercera edad. Dueña de una voz vigorosa, encarna a un segmento de la población que carece de líderes de opinión y que demanda un trato justo y digno.

El 15 de mayo fue invitada a la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados para exponer las faltas que, a su juicio, tiene la Ley del Deporte. Frente al presidente de la Comisión, Marcos Ilabaca, y otros doce diputados, entre los cuales estaban los recién electos Raúl Florcita Alarcón, Sebastián Keitel y Erika Olivera, les dijo:

-Perdónenme la inmodestia, pero soy la única nadadora chilena en la historia que ha llegado tercera en un mundial. No importa que sea máster. ¿Por qué no hay más nadadoras como yo? Porque no existe un incentivo hacia esas personas.

Dice Eliana que sacó aplausos. Y que el músico y diputado del Partido Humanista, Florcita Motuda, fue quien más atención le prestó.

¿Faltan voces críticas en la tercera edad que aboguen por sus derechos y rompan esa imagen manida del abuelito y abuelita desvalidos?
Lo dije en la Comisión: ¡Hasta cuándo las municipalidades van a tener una torta de aniversario donde ponen a una vieja haciendo el loco con una corona! Nosotros necesitamos buenas jubilaciones, espacios donde podamos desarrollar nuestro físico. Faltan personas mayores que sean líderes, que lleven el carro de la tercera edad y que tengan la oportunidad de levantar la voz.

Un espacio que le permitió alzar la voz fue Think Ageless, un medio de comunicación centrado en la tercera edad. Entrevistada por la socióloga Javiera Sanhueza y el kinesiólogo Carlos Avello, Eliana explicó las aprehensiones que sufren deportistas de su edad: “Hay muchos dirigentes que dicen ´los másters se entretienen´. No, señor. Hacemos deporte porque nos gusta, por salud y para ganar”.

Rompiendo prejuicios y golpeando puertas logró solventar en parte su viaje al Mundial de Natación Máster, celebrado el año pasado en Budapest, gracias a la ayuda del IND de Valparaíso y la Municipalidad de Viña del Mar. Eliana se colgó la medalla de bronce en los 200 metros combinados y en los 400 libres.

Dice Eliana que le ha servido hablar. Con las medallas en la mano le escribió al exministro del Deporte, Pablo Squella, con quien se reunió para informarle sobre la situación de sus pares.

-Los deportistas amateurs no tienen ayuda de nadie. Yo entreno con jóvenes en la piscina del Polideportivo de Forestal y todos son de clase media y media baja. Allí hay gente que tiene poca plata, poquita y nada. No hay nadie millonario nadando. Y lo usual es hacer completadas para arrendar una micro e ir a Santiago a un campeonato.

¿Y cómo se ha financiado su carrera deportiva?
Yo soy una pituca sin lucas. Te soy franca, gano ciento sesenta mil pesos de pensión. Mi carrera me la financia mi hijo.

Su voz, su insistencia y sus resultados le han entregado frutos. Para este Panamericano recibió el financiamiento del Comité Olímpico de Chile y acaba de ser nombrada embajadora deportiva de McDonald´s, junto al nadador Oliver Elliot, la atleta Karen Gallardo, el esquiador paralímpico Santiago Vega y el pesista Arley Méndez. Con ellos comparte lunes, miércoles y viernes en la piscina del Polideportivo de Forestal, en Viña del Mar.

Días antes de partir a Orlando, una fotografía subida al Instagram del club Deportivo Hahave la muestra junto a su entrenador, Javier Pérez, y un grupo de niños que no superan los quince años. Con niños y jóvenes se ejercita en la piscina semiolímpica, y ese encuentro intergeneracional la incentiva a mejorar como deportista. Los restantes días de la semana entrena con Javier en la piscina del Colegio Saint Dominic. Los domingos descansa, siempre y cuando no tenga agendado algún campeonato.

¿Qué le dicen sus amistades?
Me dicen que soy un ejemplo. El problema es que hay personas que cumplen sesenta años y se sienten viejos. A mí el deporte me ha mantenido las ganas de seguir luchando.

Y seguir quebrando récords.
Yo no sé hasta cuándo voy a seguir mejorando porque los nadadores viejos, por lógica, van bajando su rendimiento. Es una contradicción. Sigo quebrando récords porque no he dejado de entrenar. Es la perseverancia. Soy orgullosa y deportivamente ambiciosa.

EL GEN COMPETITIVO

“Mis pretensiones no son otras que llegar a figurar entre las mejores libristas de Sudamérica”, dijo Eliana Busch en una entrevista al diario La Nación en junio de 1950. Eliana tenía dieciséis años y ya pensaba en el futuro.

Esa era la voz de una joven deportista que ya llevaba siete años practicando natación. Nítido en su memoria está el día en que su madre la llevó junto a su hermana, Myriam, a la piscina del Deustche Sportverein, ubicado en calle Los Leones con Carlos Antúnez. Allí se encontró con Efraín Orellana, un técnico de dudosa reputación, que auguró un futuro esplendoroso para Myriam y a Eliana la mandó a jugar a los columpios. Ese hecho puntual, ocurrido hace casi setenta años, gatilló en Eliana Busch todo el coraje y gallardía que sigue cultivando. “Yo pensé: ´Viejo tal por cual. Le voy a demostrar que está equivocado´”, recuerda.

Representó al Náutico Femenino, una rama deportiva escindida de la Universidad Católica, que en ese entonces, bajo la rectoría de Carlos Casanueva, consideraba que “mostrar las piernas era un pecado”. Al poco tiempo, la UC se abrió a la idea de recibir mujeres en la natación y con ese impulso compitió por Chile en el Sudamericano de Montevideo en 1949.

Dos años después, Eliana Busch desfiló en el Estadio Juan Domingo Perón detrás de Juan Gallo, un destacado basquetbolista chileno, quien fue el abanderado de la delegación que inauguró los primeros Juegos Panamericanos, en Buenos Aires. Compitió en las pruebas clásicas de 100, 200 y 400 metros estilo crawl, y aunque no obtuvo medallas —Chile logró el cuarto lugar, después de Argentina, Estados Unidos y Cuba— dijo presente en dos finales.

Vistió luego los colores de la Universidad de Chile y fue multicampeona nacional. Joven se casó con un destacado equitador, quien le contagió el gusto por el mundo ecuestre. En 1965 se retiró de la natación siendo campeona nacional y logrando en simultáneo el título en equitación. Siguió ligada a los caballos hasta que un potro árabe la botó en un campo de Limache, el 2015, y resultó con múltiples fracturas.

-Me he quebrado la pierna, cadera, brazo, clavícula, costillas. A los sesenta años me fracturé la muñeca y el médico me dijo que no iba a poder moverla nunca más. Eso les dicen a los viejos: vaya a hacer reposo. Y eso me molesta. Es como que lo tiren a morir.

Una vez superada la lesión, su hija —Paulina Fuentes Busch—, también nadadora máster, le sugirió volver al agua. Recibió recados, además, del nadador e historiador del deporte, Daniel Frías, y esas chispas crearon las condiciones favorables para que la llama de la competencia se activara en ella. En su primer campeonato internacional máster, el Sudamericano de Punta del Este, se adjudicó cuatro oros, una plata y un bronce.

El próximo año el Mundial de Natación Máster se celebra en Corea del Sur. Será su último certamen en su actual categoría, antes de pasar a competir en el rango de 85-89 años. Habrá, de seguro, más miradas puestas en cada brazada. Pero Eliana no se amedrenta. Ella y su entrenador ya están analizando las marcas de las nadadoras europeas. “Esas sí que son bravas”.

 

“Faltan personas mayores que sean líderes, que lleven el carro de la tercera edad y que tengan la oportunidad de levantar la voz”.

“Hay muchos dirigentes que dicen ´los másters se entretienen´. No, señor. Hacemos deporte porque nos gusta, por salud y para ganar”.

“Sigo quebrando récords porque no he dejado de entrenar. Es la perseverancia. Soy orgullosa y deportivamente ambiciosa”.