Chile, país astronómico

Por Arturo Gómez M., ex astrofotógrafo del Observatorio Interamericano Cerro Tololo

Desde hace ya algunas semanas se instauró en nuestro país «La temporada de eclipses», la que es apoyada por la CONICYT (Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica) del Ministerio de Educación, debido a que viene una gran cantidad de eventos astronómicos asociados al universo.

Reúne a un gran número de observatorios en Chile, además de grandes instituciones como el Museo Interactivo Mirador, el cual hace unos meses inauguró un nuevo pabellón dirigido a la ciencia astronómica, cuyo nombre es «Túnel Universo», que muestra, en decenas de salas, variadas visiones del trabajo que se realiza en los observatorios instalados en nuestro país.

Por esas coincidencias de la vida, en este último tiempo hemos sido informados de nuevos descubrimientos en el planeta Marte, como el encontrar, a un kilómetro y medio, bajo la superficie marciana, una extensión de veinte kilómetros de agua, lo que forma un lago subterráneo de un metro de profundidad, descubierto por astrónomos italianos. Estudios que se hicieron entre los años 2012 y 2015, cuyos resultados se dieron a conocer en julio de este año, coincidiendo con la máxima aproximación del planeta rojo a la Tierra.

Aproximación que no se producía desde agosto del año 2003. Cuando Marte se acerca a la Tierra, lo hace por sobre el hemisferio sur terrestre, lo que posibilita estudiarlo con más detalle. Esa fue una de las razones, entre muchas, por las cuales se instaló Cerro Tololo en Chile. Además de estudiar una gran parte del universo, que solamente se ve desde estas latitudes, como son las dos galaxias conocidas como Nubes de Magallanes y el misterioso centro de nuestra galaxia, ubicada en la constelación de Sagitario.

El descubrimiento de agua en Marte posibilita a la humanidad hacer un viaje más seguro a ese planeta, ya que el agua es fundamental para los futuros astronautas y su supervivencia. El día marciano es casi igual a nuestro día terrestre y el año marciano, es decir su movimiento de traslación alrededor del sol, dura menos de dos años terrestres. Su tamaño es casi la mitad del tamaño de nuestra Tierra, por lo tanto, su gravedad, también es menor de la que tenemos aquí en la Tierra.

Lo malo son tres cosas. Una es que su atmósfera es muy tenue e irrespirable, con muy poca cantidad de oxígeno. La otra es que hay una gran cantidad de radiación solar sobre el planeta, haciéndolo peligroso para nuestro organismo. Y el tercer problema es su distancia para un viaje desde la Tierra a Marte. Los astronautas tendrán que convivir, en un espacio muy reducido, por más de siete meses de viaje de ida solamente, luego algunos meses de estadía en Marte y, posteriormente, un regreso de otros siete meses.

Como lo indicábamos al comienzo del artículo, CONICYT está potenciando la astronomía principalmente entre la juventud y, para ello, se tienen programadas decenas de charlas por todo el país, charlas que estarán a cargo de premios nacionales y destacados astrónomos y profesores chilenos.

Hace menos de un mes tuvimos la suerte de poder ver en una misma noche a los planetas más interesantes de nuestro sistema solar. Al atardecer veíamos a Mercurio, planeta cercano al sol y, cerca de él, al brillante lucero Venus. Júpiter, el mayor planeta de nuestro sistema solar, era visible durante muchas horas y usando un pequeño telescopio de aficionado, era posible ver sus cuatro lunas o satélites, los mismos que observó Galileo Galilei, hace más de 400 años.

Pero la observación del cielo nocturno nos muestra también al planeta Saturno, con sus anillos, que están inclinados en relación a nosotros y se ven espectaculares. Y completando esta muestra espacial de planetas, tenemos al también brillante planeta rojo: Marte. Cuya aproximación a nosotros, el 31 de julio, lo hace ver, aún en estos días, como un lucero rojo anaranjado.

El 21 de enero del próximo año, estaremos ya en vacaciones de verano y con un clima ideal para ver el primero de los eventos astronómicos, alrededor de una fogata. Un eclipse total de Luna a medianoche, apreciando todas las fases del eclipse, la que incluye la mal llamada «Luna de Sangre», durante su período de totalidad. Este será la antesala de lo que veremos en julio del 2019 y diciembre del 2020, Dos eclipses totales de sol, en donde el día se transformará en noche y, posteriormente, volverá a brillar el sol, después de algunos minutos de oscuridad. Falta poco, muy poco, para que disfrutemos de esos bellos momentos de cercanía con el universo.